Abrir una botella del 97 en perfecto estado, como si fuese un 2009 bien cuidado es un placer, un lujo que uno puede catar en pocos sitios. Rekondo es un lugar donde esto es casi lo habitual. Nariz frutal, vino vivo, muy vivo. Toques minerales identificables. No encuentro los balsamicos que tanto me llaman la atencion de esta bodega en sus añadas posteriores. El cacao, esta mas que presente y la suavidad de la madera, la vainila también. Dude en pedir algo mucho más viejo y me alegro de la recomendación de haber tomado algo intermedio en años

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