Restaurante La Cabra en Madrid
Restaurante La Cabra
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

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Añadir vino por copa

Precio desde:
40,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Lunes
Nota de cata PRECIO MEDIO:
74 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.2
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.3
Comida COMIDA
7.4
Precio medio entorno ENTORNO
7.3
RCP CALIDAD-PRECIO
6.6
Terrina de cochinillo t anguila con salsa de su propia reducción y tomates infusionados en soja
Berberechos sobre panna cotta de almendras y espuma de melón
Terrina de cochinillo y anguila con salsa de su propia reducción y tomates infusionados en soja
Opiniones de La Cabra
OPINIONES
11

La Cabra resulta un restaurante atractivo y divertido. Varios espacios diferentes con un servicio joven , amable y adaptado al cliente. Nosotros comimos en la biblioteca, un lugar más íntimo , separado y donde nos permitieron disfrutar a nuestras anchas. Una carta de vinos cortita , pero equilibrada , con precios razonables y buen servicio. La comida tiene consistencia y personalidad. También resulta abundante en sus presentaciones , adecuada para hambrientos. Mi impresión fue buena aunque con cierta irregularidad. Cosas curiosas y recomendables como el circular bocata de calamares. Cosas riquísimas con precisión técnica como el carpaccio de langostinos. Cosas gustosas como la burrata con berenjena, tomate y vinagreta de anchoas. Y cosas no muy acertadas o desajustadas como el steak tartar( para mi incomible) o un arroz con carabineros con un carabinero desmejorado y un arroz fuera de punto. No probé el jarrete robuchon, seguramente estaba bueno, pero a estas alturas me hubiera sentado mal. Lo pasamos bien y nos trataron muy bien

Fantástico lugar digno de la estrella que ostenta.
Cenamos un menú corto muy equilibrado. Espectacular el portre de chocolate.
¿Lo mejor de todo? sin duda que fuimos con un cupon de Oferplan ABC a menu cerrado por un precio muy interesante y , lejos de mostrarse tacaños (y bordes como por cierto me ha pasado en otros sitios cuando he reservado con algun tipo promoción), fueron amables y generosos.
Una opción excepcional a un precio único

Después de haber visto comentarios tan dispares sobre este restaurante en esta página, intentamos ir con la mente lo más abierta posible.Otras veces el consenso de opiniones en uno o en otro sentido te hace ir con una predisposición más concreta a la hora de afrontar una experiencia gastronómica.

Hace algunos meses tuve la ocasión de visitar la zona de La Tapería (es el espacio que tiene este establecimiento, con una propuesta más informal que la que tienen en el comedor galardonado con la estrella Michelín) y sus tapas-raciones me parecieron una oferta diferente y de buena ejecución.

En esta ocasión cena para tres, previa reserva, confirmación y aclaración sobre preferencias y/o alergias alimenticias.

Situados en una mesa redonda y amplia en el centro del espacio superior (no olvidemos que el local tiene varios reservados y salas situadas en diferentes plantas) nos acomodamos después de haber tomado unas cervezas en la barra y nos fue sugerido el menú degustación corto. Menú que por otra parte se divide en una serie de snacks de sabores atrevidos y presentación divertida que sirven para irte sumergiendo durante un buen rato en el universo de Javier Aranda.

SNACKS:

Brioche de Pintada

Nigiri de Patata y Caballa

Milhoja de Ajo Negro y Anguila

Sablé de Parmesano y Setas

Tupinambo de Feria

Quisquilla de Motril en gabardina

Comtessa de bacon y Changurro

MENÚ:

Salsifí

Ensalada de Cefalopodos

Raiz de Perifollo

Carrillera de Atún Glaseada

Vaca Rubia Gallega con Patatas Soufflé

Selección de Quesos

Aquí terminó la parte salada para dar paso a la parte final en forma de postres:

Yuzu, Zanahoria y Cilantro

Chocolate Ahumado

Para beber, nos pusimos en manos de Diego, que a su vez ejerce de jefe de sala. Su buen criterio y gran profesionalidad nos hizo disfrutar con un servicio de vino de primer nivel:

Paul Detheune gran Cru: Un blanc de noir ideal para combinar con los snacks.

Manzanilla Sacristía AB : Ideal para avanzar en los sabores salinos y punzantes de los platos que tuvimos.

Schoffit Caroline Hart 2001: Interesantísimo Riesling alsaciano en perfecta forma: floral, directo,fino...

Valdemuz Albarín 2014: Vino especial por sabor y características, pero que también tuvo su espacio en esta velada.

La hormiga de Antídoto 2012 : Tinto primario y de carácter juvenil

Ariyanas Terruño 2008: Fiabilidad de esta bodega para los postres.

He de calificar la experiencia como muy positiva. Sabores atrevidos, coloristas, combinaciones arriesgadas, servicio de sala muy engrasado y eficaz, acertada propuesta de vinos...

En breve trasladan el restaurante gastronómico a otra dirección dejando el actual con el concepto de gastrobar. Y no dudaremos en volver y de intentar ser testigos de la evolución e inquietudes que parecen ser marca de la casa.

Tremenda decepción.
En un estrellado los platos no pueden llegar a una temperatura incorrecta, la cristalería no puede ser tan mediocre, los camareros no deben servir ni recoger los platos por dónde les plazca, etc.

La cocina no es mala, pero en breve olvidaré todos los platos.
Manejan buen producto, pero nada sorprende. Un menú con platos inspirados en diversos paises que no mejoran y ni siquiera igualan la cocina en la que se basan.

El maridaje está bien con algún vino interesante cuyos nombres no recuerdo.

Los camareros amables.

Mala iluminación en "la biblioteca".

Para no volver y salir cabreado por haberme gastado una pasta en algo tan pretencioso pero mediocre

LA CABRA
by Javier Azcona. www.thedocadhocconcept.com

Restaurante LA CABRA
CHEF. Javier Aranda
Francisco de Rojas 2
28010
MADRID
914457750

www.restaurantelacabra.com
www.facebook.com/restaurantelacabra
http://twitter.com/rstlacabra
http://restaurantelacabra.blogspot.com.es/

7 Marzo 2015
22 pm

CRÓNICA AD HOC
Magnífico emplazamiento madrileño entre Chamberí y Salamanca, entre el lujo y el extralujo. La amabilidad va por encima de todo lo demás y, eso es la diferencia con otros restaurantes de la capital. El foro se encuentra a tope, tanto en la tapería como en el resto del interior, ambas zonas separadas por unos cristales modernos. Así es la cabra, y aun nos quedaban sorpresas.

Nos atendió J. Usarralde, sumiller con el que había contactado previamente, y gente de su equipo, muy atentos, profesionales y con saber estar desde el primer momento. Javier, nos explicó detenidamente cada paso que dábamos en la elección de menú y en los vinos de maridaje. De noche, seleccionamos la degustación en corto. Estábamos sentados con una visual de todo el equipo de cocina,…la mejor mesa previo al concurso, muy ad hoc.

Aperitivos (Snacks)

Tortilla de camarones
Temaki de anguila y hueva de pez volador
VUELVE LA VIDA…..
Gnnochi de batata, espuma de parmesano y cristal de manzana
Esférico de paleta

Principales (El Producto)

Alcachofa, Idiazábal y consome de chipirón
Altiplano de cigala y berberecho
Huevo, papada y foie
Pescado de mercado, risotto de trigo, kimchi y coco
Canelón de ternera y manzana ácida

Postres (Pura bicoca)

Crocant de dulce de leche, lima y violeta
Roca trufada

….los detalles
50+30 por persona.
No te quedas con nada de hambre ni de sed, sin dudar.
La carta de vinos, peca en la presentación, algo junta de letras y de vinos, así como sin mucho detalle en cada DO. Se puede mejorar.

El plato y su maridaje….
No tiene perdón el perdérselo. Comenzamos con un aperitivo de Champagne LANSON (8) Black Label Brut de Reims. Para ello degustamos las etéreas tortillitas de camarones (9,5), cuan pan de gusanitos y el temaki de anguila (7). Buena cantidad de espumas en la copa. La vida vuelve con un pan de gamba, guacamole, cilantro y maracuya en el top (7). Demasiados sabores juntos. El ñoqui aparece con una perfecta presentación y buenísimo sabor a batata confitada (9), lleva además manzana y cereza marinados. Después y como último aperitivo, siguiendo con burbujas ya catalanas (Gramona Imperial, Raventós i Blanc Rosé y Tatiana elaborado con Parxa blanca) degustamos el esférico, no de fútbol, sino de cerdo y plátano, crujiente y con preciosa presentación zen, palillo incluido (9,5).

Siguiendo con cava, llegamos a las alcachofas, producto sano y de verdad, con un esférico de queso vasco guipuzcuano. La presentación (9) y el sabor (10), por no decir el mejor plato de todos. Se presentó un pequeño problema con la cigala y el berberecho, algo crudos y lamiosos en boca, que maridamos con cava rosado Argent (9,5). Podrían darle un vuelta y vuelta, como una brizna.

Un plato típico, pero con algo de cambio por la papada, fue el huevo con foie, un sabor socorrido, pero rico y con un pan de clorofila japo. La presentación (9), con textura (9) y sabor (8,5). Muy crujiente en boca, gustoso y sabroso. El vino blanco de variedad Viognier que probamos, no se encontraba en su mejor elaboración, y aunque “no defecuoso”, si para pensárselo 2 veces antes de pedirlo, pues se notaba una acidez descompensada, mucho alcohol, que pudiera dar hasta náusea. Por ello, cambiamos a Capellanía, clásico y perfecto, además de Schloss-Gobelsburg (que luego me daría la nota para Austria).

Para terminar, cenamos un canelón de ternera, que si uno lo quiere cambiar del menú, se debe dejar 20 euros más. Viene dentro de un saco, algo ya bastante visto (6), y aunque con buen sabor, no me convenció del todo. Maridaje con tinto Dido La Universal del Montsant (8,5).

En los postres y con Tokaj Chateau Dereszla en mano, probamos un buen dulce de leche con helado de violeta suave y azúcar, además de lima fina. El helado un 6, la textura 6,5 y el sabor 8. Pero la presentación no la puntúo mucho, más aprecía un jardín, merece un puntito más.

SOBERANÍA
Nos dimos un paseo por la bodega, con una terraza nocturna, con bar de copas y sofas, bajando un piso al subsuelo, y pasando por una de las mejores zonas del restaurante, para poder observar las pequeñas literas, al estilo de hostel japonés, donde descansaban los vinos y los alquileres de los clientes.

REDES SOCIALES
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https://www.verema.com/blog/doc-ad-hoc/1277564-restaurante-cabra-madrileno-mano-chef-javier-aranda

Viaje desde Valencia, con una doble finalidad, teatro y visita a este nuevo restaurante, cumplidamente recomendado en medios de comunicación en papel e internet, LA CABRA, un multiespacio gastronómico y enológico, con cuatro áreas distribuidas en tres alturas, donde pasar casi un día entero. A primera hora de la mañana hornean panes y bollería, por lo que se podría comenzar desayunando. A media mañana, tapeo, incluso comer en la zona de tapas, o hacerlo en el restaurante gastronómico. Una copa, tras la comida o a mitad de tarde, en la biblioteca/coctelería, o una cata en su bodega abierta, permitiría seguir disfrutando hasta las 2 de la madrugada.

La Tapería, moderno e informal con mesas altas, una carta sencilla y vinos por copas.
El espacio Gastronómico, con una carta acertadamente reducida, y un menú de degustación. Cocina a la vista, tras tres ventanales de cristal. Una decoración sobria, con mesas vestidas y sin marcar, en un ambiente sereno, que propicia una buena experiencia.
• Bajando unas escaleras, la Biblioteca, un espacio con libros, revistas, sofás y wifi gratuito, desde donde ya se puede ver la bodega. En esa misma altura, dispone de salones multifuncionales y adaptables, donde ubicar hasta 50 comensales.
La Bodega, donde realizar catas y cursos y donde el cliente puede alquilar uno de los nichos para guardar hasta 12 botellas propias, por una cuota anual de 150 €, y beberlas cuando quieras sin ningún coste adicional.

El equipo humano del restaurante, hasta donde pude ver, lo forma gente joven, pero con experiencia cada uno en su campo y, sobre todo, ilusión desbordante por el proyecto. En la cocina, Javier Aranda Revuelta que, pese a su juventud, ya cuenta un importante bagaje en las cocinas de Urrechu, El Bohío, Santceloni y su última posta en Piñera, donde ya ejerció como jefe de cocina. En la sala, Guillermo Mije Parrado, habiendo trabajado con Santi Santamaría en Can Fabes. Y Javier Usarralde Ovejas, sumiller formado en la escuela de enología de Burdeos, con experiencia en Álvaro Palacios y con un ímpetu e ilusión extraordinaria en el nuevo proyecto.

Sábado, comida al mediodía en su espacio gastronómico, previa reserva. Unos snacks de yuca y patatas chips y una sopa fría de tomate seco, mientras ojeábamos las cartas de platos y de vinos. Decidimos finalmente probar su menú de degustación que, según el jefe de sala, estaba compuesto por “espárragos”, “berberechos”, “pargo” –pescado del día- , y “cochinillo”

Aperitivo de ensalada fría de alubias con bacalao. Comienza a entreverse el estilo de cocina.

Llega el primer entrante, unos estupendos espárragos verdes con vinagreta de anacardos y yemas de codorniz poché. Tres ingredientes, tres texturas, misma temperatura. Interesante, espárragos con yemas de codorniz; la vinagreta creo que demasiado sutil, algo falta de potencia, para conseguir un resultado más redondo y equilibrado.

Un snack entre plato y plato, según nos explicaría Javier Aranda tras la comida, como hilo conductor, huyendo de la saturación de snacks al inicio de la comida, y utilizándolos más como un camino hacia el siguiente plato. Este primer snack consistió en una cebolleta hervida en caldo de jamón, crema de cebolla y remolacha, con huevas de arenque. Notas marinas, como preámbulo del siguiente entrante.

Berberechos sobre una panna cotta de almendras y espuma de melón. Un entrante espléndido, reuniendo de nuevo tres ingredientes, esta vez tremendamente sápidos. La sensación dulce y suave de la panna cotta, un clásico de la cocina italiana, y la frescura del melón enlazó perfectamente con los berberechos, sin restarle su protagonismo.

Albacora con salsa de pepino y, creo que, alguna nota de ginebra. Una pieza de bonito marcada correctamente, sobre crema de pepino, preludio del plato de pescado que iba a continuación.

Pargo sobre cous cous vegetal y coliflor encurtida. La técnica utilizada con el pescado consiguió alcanzar su objetivo a la perfección, con una textura suave, jugosa y manteniendo todo su sabor.

Y llegamos al snack que más controversia provocó: una endivia guisada en caldo de anguila, con salsa de jerez y burrata, que serviría como introducción al plato de carne. Aquí la salsa de jerez no logró reducir el amargor de la endivia y tampoco logré percibir claramente el sabor de la anguila.

Si el snack había inducido controversia, el plato de carne lo que provocó fue una rotunda admiración. Una terrina de cochinillo y anguila con salsa de su propia reducción y tomates infusionados en soja. Sencillamente impresionante. Muchos matices de sabor, textura perfecta y técnica perfectamente al servicio del producto, exprimiendo todas sus cualidades. Este es uno de esos platos que siempre se recuerdan.

Finalmente el postre, una panna cotta de dulce de leche con queso fresco y helado de leche ahumada. Un juego utilizando el ingrediente de la leche como elemento en varias situaciones, texturas y temperaturas. La impresión que nos dio fue sólo correcta, pues echamos en falta algún ingrediente que sirviera de contraste, tal vez un cítrico, tal y como habíamos visto en casi todos los platos anteriores. Más tarde, en la conversación con Javier le expusimos nuestra opinión sobre este postre y nos explicó que justo lo que buscaba era ese divertimento utilizando un único ingrediente protagonista. Eso me recordó al último episodio de Master "reality" Chef, cuando Jordi Crus, ante un plato presentado por uno de los finalistas,afirmó que “le faltaba rock & roll, algo de vida", a lo que Ferrán Adriá le corrigió inmediatamente diciéndole que tal vez Jordi no hubiera entendido lo que el finalista le quería decir con su plato; habría que preguntarle al cocinero qué mensaje quería transmitir, y así apreciarlo correctamente. Si falla la comunicación, el mensaje no llega. Acaso una explicación del porqué del postre, previa a su degustación, hubiera facilitado su comprensión.

El vino elegido fue Belondrade y Lurton, cosecha 2011, monovarietal verdejo, elegante, uno de mis blancos nacionales preferidos, que marida con un amplio abanico de platos. Servido a temperatura correcta y con envinado continuo de copas y en la cantidad correcta durante toda la comida.

La experiencia se prolongó con una copa en su biblioteca y la visita a su bodega, acompañados por Javier Usarralde, con una prolija información sobre las actividades que están desarrollando y sus proyectos futuros a corto plazo.

La impresión recogida tras la experiencia es que se trata de una cocina en la que prima la calidad del producto utilizado según temporada; un estilo con unos cimientos fieles a los guisos y a las enseñanzas recibidas. Respetuoso con el producto, pero imaginativo y creativo en la elaboración o en la incorporación de ingredientes distintos. Una técnica sin excentricidades, amiga de la cocina al vacío, manipulación sólo la necesaria según el plato y una buena dosis de ilusión.

A falta de pulir detalles, comprensibles en los inicios de una nueva etapa, el conjunto de cocina, equipo de sala, decoración, sumillería, etc., apunta vocación de búsqueda de algún futuro reconocimiento estrellado que pudiera quedar huérfano en la capital.

  • Terrina de cochinillo t anguila con salsa de su propia reducción y tomates infusionados en soja

    Terrina de cochinillo t anguila con salsa de su propia reducción y tomates infusionados en soja

  • Berberechos sobre panna cotta de almendras y espuma de melón

    Berberechos sobre panna cotta de almendras y espuma de melón

  • Terrina de cochinillo y anguila con salsa de su propia reducción y tomates infusionados en soja

    Terrina de cochinillo y anguila con salsa de su propia reducción y tomates infusionados en soja

Soberbio trabajo de decoración para un local dividido en tres espacios, insonorizado de manera sobresaliente, que separan y diferencian bar-restaurante-cocina.

La visión de la cocina desde el salón principal es sobresaliente, la bajada de persiana al finalizar el servicio me pareció muy curioso y de esos detalles que prometen. En el salón principal, a un volumen casi imperceptible, lo mejor del pop ingles de los 90 (al menos ese día).

Servicio atento y con un trato muy personal, pero descuidado en lo profesional, tanto en mi mesa como la más cercana tuvimos que pedir las servilletas (perfectamente entregadas), y hubo que pedir en todo momento el relleno de las copas de vino. Comparto los comentarios de Isaac en cuanto a la juventud del equipo y de la necesidad de pulir detalles.

El Chef, Javier Aranda, salió personalmente a atender una mesa que no estaba de acuerdo (desconozco con razón o sin razón) con la cocción de uno de los platos. Con la visita (que se repitió) quedaron muy satisfechos.

Comparto con otros comentarios, cierta desubicación o bien de los clientes o bien del local, considero que la zona de Bilbao facilita el acceso y el éxito de determinados locales, pero mi impresión es que la pretensión e idea del chef es otra (opinión personal), aunque también es cierto, se ha adaptado a las necesidades de los clientes.

Gran acierto: Se nos propuso y facilitó en todo momento compartir los entrantes, los mismos, eran tan correctos y adecuados (en cuanto a cantidad) que en todo momento pensamos que se estaban duplicando los mismos.

De los entrantes, sobresaliente el “calamar de potera con pasta y guiso de oreja de cerdo”, el calamar muy sabroso y en su punto, y sorprendente la pasta rellena de oreja, y un tanto exagerado el “foie guisado con chalotas y criadillas de tierra”, al que achacamos cierto malestar posterior (algo que nunca sabremos), pero que devoramos sin remisión.

Los aperitivos que acompañaron los primeros platos fueron: Cigalitas en salsa y un puerro refrito con un delicioso y sobresaliente salmón con espinacas.

Como platos principales optamos por pescado, había varias opciones además del mero (bueno sin más) y rape (cola en exceso pasada), desgraciadamente no aportaron nada y desmerecieron bastante las novedosas propuestas de los entrantes.

El servicio de vino, correcto y atento en la elección aunque, como dije antes, algo olvidadizo. Disfrutamos de VALENCISO RESERVA de Rioja, en exceso caliente, que fue refrescado en cámara adecuada como pude comprobar igualmente en otras mesas.

A los postres no llegamos (por exceso), y buen servicio de café.

Independientemente de los peros, considero que las propuestas más arriesgadas pueden funcionar muy bien para un local de referencia.

Cena esta misma noche, cena de dos, celebración tetè a tetè, como dicen los franceses y sensaciones encontradas, sensación de "leches, creo que me han robado la cartera"; paso a comentar y, como siempre, los demás dirán...

Ambiente: restaurante cool por la zona de Bilbao, publico antañón, se percibe el poderío y (por mi parte) cierta sensación de desubicación. Barra a la derecha, mesas altas a la izquierda y comedor al frente, separado por un portalón de cristal; las escaleras hacia abajo creo que desembocan en el Lounge pero no lo podría asegurar. El acomodo se produce sin premura (10 minutos de espera hasta que la maitre hace acto de presencia) en una mesa amplia ubicada frente a la cocina y vestida de blanco, con buena separación y deficiente insonorización. El coperío decente, de marca Schott.

Comida: tras el apaciguado asiento, la cosa sigue en modo "low". 5 minutos más tarde aparece el maitre (el segundo maitre, asumo) y nos arroja las cartas sin preguntar nada acerca de tomar algo de beber, acomodo de abrigos y demás. Genial. Vistazo rápido a la carta y, en resumen, resulta escueta: unos 6 entrantes, 3 propuestas de pescado y 4 de carne. Sin noticias de la carta de vinos. 10 min más para tomar nota de la comanda: preguntamos por la opción de medias raciones (opción a priori factible) y la respuesta es (textual) "quedaría demasiado ridículo, es decir, las vieiras, ¿qué ponemos, media para cada uno?". Me río porque la noche es de celebración, pasando de llorar. Optamos por un entrante para compartir, dos principales y vino por copas –sin carta específica para esta opción-. A por ello vamos:

- Pan: sirven 8 finas rebanadas de un pan de miga consistente con la corteza (a mi juicio) requemada. A mi novia le gustó; a mí no. Hombres y mujeres = perros y gatos.

- Aperitivo: 4 makis de papada y carabinero, envueltos de alga nori y cilantro y coronados por una rodaja de... sabe Dios. Le pregunto a nuestra camarera qué es y, bueno, aun estoy esperando la respuesta. Excesivamente cítricos, aunque con una untuosidad interesante. Postgusto agradable pero anodinos al fin y al cabo. Un 4 raspado.

- Guiso de calamar de potera con pasta y manitas: recomendación especial del maitre (de uno de ellos, no era plan de hacer el feo). 5 anillas de calamar hermosas (medio calamar, calculo), pasado por la plancha y remozado de un caldo bien gelificado y cuatro (si, cuatro, dos por barba) macarrones rellenos de la farsa de manitas. Rico el calamar (buen genero y bien tratado), y el guiso en general, pero con una acusadísima falta de potencia; ¿saben cuando el respeto al producto se convierte en remilgo? pues multipliquen esa sensación por cuatro e igual se acercarán. Buena idea, buena ejecución y poca sal = 5.

- Dentón cocinado en un suquet con patatitas y verduras: una de las opciones de pescado del día (sin precio indicado en carta). Una tajada mediana de dentón, pasada por la plancha (de nuevo) y remozada del suquet. La guarnición 2 mini patatitas duras (no al dente) y dos trocitos de zanahoria. Piel crujiente, pescado bien cocinado y suquet sápido que no sabroso –un salero, por favor-. Respecto a la guarnición, mejor ni hablar. ¿Un 7? Quizás otro día; por 23 eurazos esto es un 5 “raspao” de manual.

- Carré de cordero con puré de patatas: el plato de la noche (va sin segundas). 2 buenas piezas cilíndricas de un muy buen cordero guarnicionadas de un puré ligero y regadas de una elegantísima reducción de sus jugos. Acusa de nuevo una moderada falta de potencia pero al César lo que es del César: un 7.

- Canelle de chocolate blanco y helado de maracuyá: el postre, vaya. Tres daditos de bizcocho compacto de chocolate blanco y una quenelle de helado de maracuyá, todo ello flotando en una insípida salsita de… ¿crema? ¿Caramelo? Vaya usted a saber. Escasa la ración y escasa la armonía de los elementos de la composición, 7 euros de precio y una camarera que nos pregunta si eso es lo que habíamos pedido de postre… ¿la nota? Mejor ni la pongo.

- Bebida y otros conceptos: vino por copas para mi (3 de blanco, no recuerdo cual) y agua para mi parienta (tres vasitos medio llenos). Aparte 2 copitas de moscatel para los postres (Floralis de Torres) y un café con leche. Detallo los precios:
- Copa blanco tempranillo (x3): 7,80 euros
- Copa Moscatel (x2): 6 euros
- Agua 1L: 3,00 euros
- Agua 1/2L: 2,50 euros
- Pan y aperitivos (x2): 7 euros

El total pagado por 1 entrante, 2 principales, 1 postre y los otros conceptos detallados: 109,23 euros.

Lo mejor: beber vino en este sitio sale más barato que beber agua. La comida es amable y bienintencionada. El sitio está bien decorado.

Lo peor: 3 vasitos de agua en este sitio constituyen un litro y medio. El servicio no sabe por dónde se anda. Los redaños que hay que tener para pasar en España (con la que está cayendo) (y en un local de reciente apertura) una receta de 110 eurazos por consumir 3 platos, 1 postre y media botella de vino de tercera categoría (así nos va).

La Cabra, La Cabra... la madre que la parió!

Como ya ha comentado toni, un local para visitar si estas cerca, gente joven y con muchas ganas de agradar, además de convidarnos a un vinito blanco argentino muy rico, Alamos Chardonnay, el joven sumiller se desvivía por agradarnos con los vinos cosa que la única manera de agradecer es dándole bien al liquido que no, elemento, pero para mi elemental.

Decoración moderna, me gusto mucho el forjado en forma de cabra que cuelga de la pared, han hecho una gran inversión y en estos tiempos por lo que se merecen que les vaya bien, me gusto mucho el detalle de llevarnos a la pequeña bodega, donde tendrán nichos en los cuales los clientes que lo deseen tendrá su propio vino guardado, la comida en líneas generales estuvo bien, sin duda el habernos pegado ese viaje psicodélico en el diverxo , no me dejo apreciar todas las virtudes del menú , yo soy de los que la alcachofa nos pareció un tanto sosa , pero la salsa que las acompañaba estaba deliciosa , así que con mezclarlo bien , solucionado , otros decían que había demasiado hinojo en el plato de cigala , sin embargo a mi que soy un tragón me pareció bien , ya sabéis es todo muy subjetivo .

En este menú faltaba algún plato mas, pero toni, que es buena gente no dice nada, pero yo que soy un rufián, diré que los flojos de Juan y Isaac, que ya no podían ni con el alma, nos privaron a toni y a mi de acabar como ellos , se les perdona porque son buena gente , sino de que .

En general muy bien , les falta rodaje y centrarse en su negocio ya , propio , ya que rodaos vienen de buenos sitios , pero no es lo mismo trabajar para otro , y con el tiempo y una caña se va aprendiendo .

Buena experiencia la vivida el pasado sábado noche en el restaurante La Cabra en Madrid. Se trata de un local de reciente apertura con un equipo muy joven pero suficientemente experimentado. Sus tres pilares, cocinero, sumiller y “maître” mostraron en todo momento conocimientos y habilidades más que suficientes para llevar lejos este proyecto siempre que la suerte les acompañe, cosa que parece difícil en estos tiempos. Local muy bonito con bodega en el sótano que impresiona por su diseño y ambiente, un semisótano para tomar copas y el restaurante en la planta baja con barra y mesas altas en un primer espacio y con un salón más elegante en la segunda sala.

Tras visitar la bodega y tomar una copa de bienvenida pasamos a la sala y decidimos ponernos en manos de Javier Aranda, pues venimos directamente de una comida, largo paseo mediante, eso sí, y no estamos con ganas de elegir platos. Nos han sacado:

- Aperitivos: cuatro bocaditos servidos sobre una piedra de granito del que destacaría la tartaleta con queso de Mahón.

- Carpacho de hongos: rodajas finas y de buen tamaño de éstos aliñadas con una vinagreta deliciosa y adornada con hierbas.

- Ceviche de rábano. Pequeña presentación que tomamos en tan sólo un par de bocados: refrescante.

- Espárragos verdes con salsa de anacardos: varias yemas de espárragos de tamaño considerable y punto muy conseguido sobre la salsa y acompañadas de otras yemas, en este caso de huevos de codorniz “poché”.

- Gazpacho de alcachofa, ternera y tostones: Se sirve en una pequeña cazuelita individual. Diversidad de opiniones en la mesa. A mí, particularmente, sí me ha gustado. Otros han encontrado el plato un poco falto de sabor.

- Cigalas con hinojo: Cola de cigala pelada a la perfección prácticamente cruda con el aliño de hinojo y el acompañamiento de dos pequeñas colas de gamba.

- Calamar de potera con guiso de oreja y rabo de cerdo: Plato exquisito en el que se combina el calamar con unos macarrones y el fondo del “cochino”.

- Callos de bacalao, morcilla de calamar y chorizo de caballa: otro plato que me gustó muchísimo. La apariencia es totalmente la de unos callos, pero ciertamente están elaborados con los elementos enunciados. La textura de éstos queda exquisita y las porciones de chorizo y morcilla son dos bocados sorprendentes. Bravo.

Antes de que nos sirvieran este último plato, ya comentamos al servicio que comunicasen a cocina que íbamos más que bien servidos. Que nos preparasen el postre. Éste fue el “postre la Cabra”. Siento no recordar exactamente su composición (la saturación de platos en solo un día ya era excesiva) pero recuerdo que el chocolate era el elemento principal y me parece recordar que estaba presente en los tres bocados del mismo.

En cuanto a los vinos tomamos varios, siempre aconsejados por el sumiller: Pago del vicario blanco de tempranillo, albariño Ophalum, Pazo de Señorans… Se acompaña el servicio del mismo con una pequeña explicación y se cuida en general el servicio del mismo. No vimos la carta.

En general, un lugar muy agradable y una visita que tal vez no coincidió con el mejor día para ir dado el homenaje que tuvimos a mediodía. Aún así, impresiones muy positivas.

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