Restaurante El Bohío en Illescas
Restaurante El Bohío
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
49,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
domingos y lunes noche. Agosto
Nota de cata PRECIO MEDIO:
111 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.3
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.8
Comida COMIDA
9.0
Precio medio entorno ENTORNO
7.4
RCP CALIDAD-PRECIO
7.8
Estofado de ciervo, cebolla dulce y picante con queso azul
Rabo de cerdo con judías, castañetas y salsa verde de cerdo ibérico
Caldillo de pescado con vieira en adobo
La Pringá del cocido, berza y su caldo
Guisantes al pil pil, tocino ibérico y caldo de cebolla asada
Callos de Pepe Rodríguez
El guiso de patatas con costillas
Huevo con cocochas, patatas y piparras
Anchoa con remolacha y queso
flan de caramelo
naranja,campari y azafrán
menu
Queso, miel y manzana verde
Ropa Vieja con caldo de Cocido
Versión del Pisto Manchego de El Bohío
Flan de Caramelo
Ciervo asado con foie gras y cerezas
Trufa hecha en un caldo del cocido
El postre
Opiniones de El Bohío
OPINIONES
63

Llevábamos ya casi un año con la intención de ir a esta “casa de comidas” tan galardonada, pero entre unas cosas y otras no ha podido ser hasta la semana pasada. Aparcamos frente a la puerta y la verdad es que nunca pensamos que el famoso restaurante El Bohío pudiera recibirnos con una fachada tan rústica, como si de un mesón más se tratara (nos llevamos la misma sorpresa que con Las Rejas). Cualquiera diría que dentro se encuentra el que puede ser unos de los tres mejores restaurantes de Castilla-La Mancha. Buena recepción por parte de Diego Rodríguez que nos acompañó hasta la mesa.

Estuvimos en la sala situada en la planta baja para unas 30-35 personas, partida en tres espacios separados por dos arcos. Mesas generosas en tamaño y bien separadas. Ambiente rústico, quizás demasiado espartano, aunque va por gustos. Nos colocaron en una mesa redonda y amplia junto a una de las ventanas con cristales emplomados, a través de los cuales se veía la frenética actividad de una legión de jóvenes cocineros en prácticas. Ese día Pepe Rodríguez se encontraba cumpliendo con sus compromisos de la televisión.

En general, atento servicio por parte del numeroso servicio de sala, aunque nos llamó la atención el que nadie pareció interesarse sobre cómo había ido la comida. Si he de destacar a alguien, ese fue el sumiller.

Buen servicio de pan: Rebanadas de un pan de pueblo genial y pan de aceite de muerte.

Oferta estacional según mercado con clara inspiración en la cocina castellano-manchega, aunque con elaboraciones y presentaciones actualizadas. Se compone de tres menús. Nosotros, en esta primera visita, nos inclinamos por el menú de temporada (49€ + IVA + 3.10€ de servicio).

Comida para tres personas:

- Snacks de bienvenida: Patatas con cochino, crujiente de wasabi y brandada de bacalao. Bien en conjunto, aunque destacó con luz propia las patatas con cochino (no pudimos reprimirnos y pedir repetir esta delicatessen tan campechana).

- Sopa de coliflor con arenque y maíz tostado: Delicada sopa bien acompañada de unos trocitos de arenque marinado. Además una especie de chip crujiente elaborado con maíz. Atrevido y resultón este plato. A lo tonto, este fue el plato que más comentamos y del que mejores recuerdos nos llevamos.

- Ropa vieja y el caldo del cocido: Una especie de rulo elaborado con las sobras de un cocido (carnes, garbanzos, patatas, etc.) y aderezado con una pizca de pimentón dulce. Resultón pero nos defraudó un poco. Potente de sabor pero nos pareció algo seca la preparación. Menos mal que los chupitos de un excelente caldo lo compensaba.

- Bacalao frito con jugo de adobo: Taco de bacalao grueso y bien frito, con gabardina fina y crujiente. El único problema que vimos es que el corazón del taco estaba literalmente frío y crudo. Se complicó mucho su degustación ante la dificultad de partirlo con la paleta del pescado.

- Cordero con picada de frutos secos: Rollo de carne de cordero asado en en horno. Tenemos que decir que estaba bastante jugoso y con buen sabor, pero esperábamos algo menos convencional. Se presentó sobre un pisto manchego algo sabroso en vez de los frutos secos.

- Callos tradicionales: Magníficas tapas de callos (esta vez elaborados y presentados sin vanguardismos) con el afortunado reposo de unos días para que ligue la salsa que proporcionan morros y patas. Nos ofrecieron repetir y cómo negarse ante semejante atención. Tengo que decir que las tapas de callos no se cobraron, aún cuando las pedimos durante la comanda, lo que dice mucho del buen hacer de esta casa.

- Postre de limón y yogurt: Aunque buenos los dos trocitos de una especie de bizcocho de limón con sorbete de yogurt, nos pareció un postre escaso y simplón. No creo que tenga la entidad de postre.

- Macarrons de café y trufas como detalles de la casa en la sobremesa.

En la sobremesa nos ofrecieron un café o chupitos que no declinamos. Tomamos un orujo Lúa realmente rico.

Estupenda oferta de vinos presentada en varios libros. Ya desde el principio teníamos claro un vino de la zona por lo que el magnífico sumiller (José C. De La Fuente) nos dejó el correspondiente libro solo con vinos de Castilla-La Mancha. No eché siquiera un vistazo al resto de la oferta, pero me imagino que haría las delicias de cualquier entusiasta al vino. Precios dentro de lo razonable (x1.5). Nos decidimos por La Viña Escondida 2008 (41€+IVA), servido perfecto de temperatura y en buenas copas Schott. El sumiller siempre atento a rellenar las copas y atento a si todo iba bien.

Precio total: 227.21€ (incluido IVA, pan y servicio 3.10€ por persona, 2 botellas de agua grande, un refresco y la botella de vino).

Nota: El precio por persona indicado corresponde a la de una comida con el menú de temporada con IVA, servicio y sin bebidas.

Dos citas gastronómicas anuales tenemos marcadas como ineludibles en nuestro calendario y son la comida de bienvenida a la primavera en El Celler de Can Roca y la celebración de nuestro cumpleaños en El Bohío. La primera ya tuvo lugar hace unos meses con notable éxito y la segunda, que coincidió con nuestro aniversario, no le fue en absoluto a la zaga. Esta vez tomamos la acertada decisión de disfrutarlo y compartirlo con más amigos y al final nos juntamos 8 personas que pasamos 6 horas de auténtico deleite en Illescas. Por temas de espacio nos acoplaron en un lateral del luminoso y sencillo comedor de arriba donde estuvimos muy cómodos y a gusto y elegimos el menú degustación (95 euros) con algún cambio en directo y añadidos de última hora. Veamos.

Los “snacks”: siempre son una delicia los aperitivos del inicio que esta vez tomamos con una copa de Manzanilla Pastrana. Pasaron un buen número de ellos, el cremoso y fresco foie gras con sardina, el chispeante crujiente de pescado, las adictivas patatas con cochino, el contraste de la aceituna con lichi, la delicada versión de las carcamusas con su copa de sangría, el curioso merengue de fresón con boquerones, las deliciosas rocas de sésamo y maíz y el macarrón de parmesano, que no probamos. Juegos de sabores y texturas que te despiertan y preparan para lo que viene, que les garantizamos que no es poco…

Jugo helado de almendras, gamba y ajo negro: una de esas composiciones veraniegas con las que Pepe nos sorprende, balanceando los sabores de la almendra amarga con un sutil ajo negro y la gamba, en un plato frío que no deja indiferente a nadie por sus contrastes y sabores. Gran comienzo.

Anchoa con remolacha y queso: un clásico del restaurante que no habíamos probado, de impecable presentación. Lo mejor sin duda el marinado de la anchoa, una delicia, contrastando con el puré de la remolacha. Lo peor el queso, demasiado fuerte para nuestro gusto…un plato de contrastes.

Las verduras del cocido en ensalada: por este tipo de platos nos apasiona la cocina de Pepe, sí, son unas verduritas del cocido marinadas y en ensalada, parece un plato de hospital, pero…¿y el sabor? Pues eso, una auténtica delicia, delicadeza y contundencia perfectamente unidas formando un equilibrio imposible.

Huevo con cocochas, patatas y piparras: nos quedamos sin palabras, plato moderno con el que Pepe consigue unos balances de sabores y texturas difíciles de igualar, jugamos de nuevo con equilibrios que parecen imposibles pero que se conjuntan con una elegancia y armonía propias de los más grandes.

Galleta de Pichón y foie gras con morteruelo especiado y frutas: un gran clásico del local que resume a la perfección la esencia de la cocina de Pepe: producto, sencillez, sabor, contrastes y raíces manchegas. Esto es como la gamba del Celler pero trasladándonos a La Mancha. No nos cansaremos nunca de comer esta maravilla.

El guiso de patatas con costillas: este es el típico plato que hace que no haya consenso total con este restaurante, mucha gente piensa que cómo es posible que se pongan unas patatas con costilla en un “estrella michelín”. Pero… ¿las han probado? Pues sí, unas patatas con costilla, pero señoras y señores qué costilla, qué patata, qué caldo, qué sabor y qué plato. Altísima cocina con nombre popular.

La ropa vieja y el caldo de cocido: quizá el tótem de todos los platos de Pepe, el clásico imprescindible que siempre hay que poner y como en la mesa había debutantes en esta casa su presencia se hacía perentoria. Este plato justifica el desplazamiento a Illescas, pruébenlo y luego díganme. Ese caldo es algo mundial…

Pichón asado sobre un taco de corteza de cerdo: hemos probado aquí el pichón elaborado de varias formas y siempre con notable éxito, todo se basa en una materia de primer nivel y una preparación como debe ser, sangrante por dentro y marcado por fuera, con todo el sabor de sus jugos. El taco de corteza de cerdo añadía más untuosidad. Excelente.

Hasta aquí llegaba la parte salada del menú, sin embargo nos dieron la posibilidad de pedir dos platos extras y no la rechazamos, la mitad de la mesa pidió uno y la otra mitad el otro.

Nuestra versión del potaje de bacalao y espinacas: ya nos fascinó el pasado año pero este ha llegado a la perfección. Presentado deconstruído y en una composición cromática muy atractiva, es pura delicadeza, con una conjunción de sabores y texturas sencillamente inigualable. Plato del año hasta el momento junto con la “comtessa” de espárragos del Celler.

Callos tradicionales: los callos de Pepe son siempre un imprescindible por su sabor, su melosidad y su fuerza perfectamente medida. Llevaban hechos un par de días y necesitan 4 para llegar a su cénit, pero aun así estaban deliciosos. Para mojar el pan que nos quedaba e incluso pedir algo más.

Vamos con los postres…

Escamas de azúcar, yogur y chocolate blanco: un buen pre-postre debe ser una delicada transición entre lo salado y lo dulce y eso es algo que aquí tienen muy claro. Plato de tonalidades blanquecinas, fresco y complejo, con un perfecto balance entre dulzor y acidez, incluso amargores y sin apenas protagonismo del azúcar. Genial.

Postre de pistacho en 6 texturas: postre conocido de otras ocasiones y no por ello menos sorprendente, una oda al fruto seco verde en 6 composiciones, helado, esferificado, en crema, en oblea, al natural y en tortita. Uno de los grandes postres que podemos degustar en toda España.

Un excelente café (como siempre) y los deliciosos “petit-foirs” para acompañar, que en esta ocasión consistieron en un bizcocho de limón y yogur y las tradicionales trufas, macarrones y cañas fritas.

Ya hemos comentado en anteriores ocasiones lo que nos gusta esta cocina por esa mezcla entre lo tradicional y lo moderno sin perder la esencia de la tierra en la que nos encontramos. Ahora simplemente podemos confirmar que no se ha bajado la guardia y que el nivel continúa siendo el mismo, de auténtico sobresaliente, mirando a la cara a los más grandes restaurantes de España. En esta ocasión señalamos cuatro platos que rozaban la perfección en todas sus facetas, el huevo, las patatas con costilla, la ropa vieja y el potaje de bacalao, rozando el sobresaliente el resto y sin prácticamente altibajos, solo quizá la anchoa pero más por el queso (muy fuerte para nuestro gusto) que por el plato en sí, que era excelente.

Para beber quedamos en aportar una gran botella de nuestra bodega por cada uno de los asistentes, aunque siempre suele aparecer alguna de más que desde luego bienvenida es. La selección final fue de las que impulsan a un menú del nivel que disfrutamos al mismísimo paraíso gastronómico.

Manzanilla Pastrana: un clásico de Vinícola Hidalgo, una manzanilla “single vineyard” que una vez más demostró su variabilidad entre botellas, ya que ésta no era la mejor. En cualquier caso, un vino siempre apetecible. Bien con los primeros “snacks”. [Punt: 8,5/10]

Champagne Hure Freres Terre Natale 1999: excelente y desconocido Champagne con 10 años de crianza en rimas, gama alta de un productor muy fino. Frescura y complejidad, cuerpo y prestancia. Perfecto con la segunda parte de los “snacks”. [Punt: 9,1/10]

Champagne Clos Cazals 1999: la “cuvée prestige” de Claude Cazals es este soberbio Clos situado en Oger. Complejo, barroco, largo y enorme, puro placer, entrando en su fase de madurez que mantendrá mucho tiempo. Fantástica armonía con el jugo helado de almendras. [Punt: 9,3/10]

Egon Müller Schzarhofberger Spätlese 1999: botella de subasta (Grosser Ring), joven, intenso y complejísimo en nariz, una delicia en boca, pura seda, pura finura, hablamos del productor más grande del Mosela y de toda Alemania. Original y distinta su armonía con la anchoa. [Punt: 9,5/10]

Bonneau du Martray Corton-Charlemagne 1991: bufff, qué pasada de vino. Joven, mineral, eterno, puro terroir, cambiante en copa, acidez, estructura, un portento. El mejor Corton que hemos probado y entre los mejores Borgoñas blancos. Celestial con las verduras en ensalada. [Punt: 9,6/10]

Contino Reserva 1976: de menos a más, algo más evolucionado en nariz pero con una boca fresca y directa, sin ser la mejor botella dio la talla sobradamente. Grandes estos Continos de los 70. Fantástico con el huevo, aunque guardamos algo para la parte final. [Punt: 8,6/10]

Ceretto Barolo Bricco Rocche “Brunate” 1996: Barolo serio y austero, un 96 de libro, auténtico, complejo, joven y tánico, un gran vino que como muchos otros de esta añada durará una eternidad. Un perfecto acompañante de la galleta de morteruelo. [Punt: 9,2/10]

Roberto Voerzio Barolo Fossati-Case Nere “Riserva 10 anni” 2003: la más alta gama de Voerzio en un vino que sale con cuentagotas, apenas 1800 botellas y tras 10 años en bodega. Absolutamente sublime, un himno al nebbiolo, pura sutilidad, pura elegancia. ¿Dónde está la añada cálida? Increíble su fusión con las patatas con costillas. [Punt: 9,7/10]

Viña Tondonia GR 1994: comenzado su larga vida y mostrando todo el encanto de los Tondonias, un vino que nunca pasará de moda, una delicia en un año formidable pleno de elegancia. A repasar en 20 años. Con la ropa vieja, dos clásicos en el plato y en la copa. [Punt: 9/10]

González Byass Palo Cortado Vintage Sherry 1982: la última añada en salir al mercado de González Byass, una rareza llena de finura y profundidad, un palo cortado técnicamente perfecto. Selección de una bota y apenas 600 botellas. Un vino único en su estilo, auténticamente esencial. Salvaje con los callos. [Punt: 9,8/10]

Chateau Climens 1994: el más grande productor de Barsac en una añada no muy buena pero que dio la talla sobradamente, fino, elegante, muy definido, con más terruño que botrytis, con buenas perspectivas de mejora. Mejor que el Yquem en este año. Gran acompañante del postre de pistacho. [Punt: 9,3/10]

Yalumba Muscat Museum Reserve NV: un “rare muscat” australiano muy rico, es la primera vez que probamos este tipo de vinos y son algo muy curioso, dando aromas de moscatel en nariz y sensaciones de PX en la boca, distinto y provocador. Para tomar solo, junto con el Palo Cortado que quedaba. [Punt: 9/10]

Terminamos con un GT de Gin Bluecoat (ginebra americana seca) perfectamente preparado con fever tree, sencillo y sin florituras, como debe der este combinado.

En cuanto al servicio hubo un pequeño desajuste inicial que con el paso de la comida se fue solucionando y como siempre al final todo perfecto, nuestra mesa era un tanto especial (por número de comensales y trasfondo festivo) y por tanto siempre se ven las cosas de otra forma, pero lo cierto es que todo muy bien, el vino perfectamente servido y repartido y con cambios constantes de tipo de copas, no es fácil acoplar 11 botellas en una mesa en directo y salieron airosos del trance, siempre bajo la batuta de dos excelentes sumilleres como Rubén y José Carlos (esta vez nos atendió el primero).

Capítulo aparte merecen los “padres” de la criatura, Diego y Pepe, Pepe y Diego. Son los Roca de Illescas. Percibes su misma cercanía, su misma humildad, su misma pasión por lo que hacen. Distinto estilo y distinto resultado, pero la misma base. Diego es el orden desde la anarquía, la rectitud desde la cercanía, pocas personas han conseguido que estemos tan a gusto en su casa como lo consigue él. Pepe continúa siendo el mismo de siempre, sabe que se ha convertido en un personaje popular y lo lleva de maravilla, no deja un cliente sin su foto y es consciente de que está pasando por un momento clave en su trayectoria profesional. Están llenando y es el momento de conseguir fidelización de clientes, al fin y al cabo la fama televisiva es algo siempre efímero. Pero la ética de trabajo y la calidad de cocina y servicio continúan estando al máximo nivel y eso es al final la clave de todo.

Con respecto al manido tema de la Michelín pensamos que no merece la pena insistir en un asunto del que ya hemos hablado largo y tendido. Para nosotros, no es que este restaurante merezca las dos estrellas, es que ES un dos estrellas. Sin debate posible. Pero esta vez vamos más lejos todavía y tenemos claro que el disfrute, insistimos, que el DISFRUTE puro y duro que vivimos el otro día en Illescas está al mismo nivel del que vivimos hace tres meses en El Celler de Can Roca, el mejor restaurante del mundo. Así de claro y así de sencillo.

Dos citas gastronómicas anuales se han convertido en ineludibles en los últimos tiempos y son la gran comida de recibimiento de la primavera en El Celler de Can Roca y la celebración de nuestro cumpleaños en El Bohío. Y mientras sigamos teniendo salud y trabajo, no faltaremos nunca a su llamada. Se han convertido en imprescindibles. Así pues, haya salud (y trabajo).

  • El guiso de patatas con costillas

    El guiso de patatas con costillas

  • Huevo con cocochas, patatas y piparras

    Huevo con cocochas, patatas y piparras

  • Anchoa con remolacha y queso

    Anchoa con remolacha y queso

Comida para 8 el pasado sábado, con el restaurante lleno (la popularidad de Pepe es ahora un poderoso reclamo).
Como son bastantes ya los foreros que han dado extensos detalles del menú que ahora se presenta, trataré de hacer un resumen más genérico de la experiencia.
He tratado de resumir en el título las 6 horas que pasamos allí y lo que transmite este restaurante en su menú degustación: 20 platos guiados por la despensa manchega que destilan SABOR a raudales; una cocina poderosa, que saca la esencia más pura de las materias primas que trata, sin artificios.
Pero no hay que engañarse: que se haya decantado por la potencia gustativa frente a la sutilidad de otras propuestas y el que se base en el recetario manchego no quita que sus platos sean refinados tanto en su presentación como en su ejecución: se realza cada elaboración con texturas y el juego cromático de los ingredientes; simplemente no se “abusa” de artificios sin valor añadido.
El nivel del menú degustado es muy alto de principio a final, con aperitivos como el crujiente “Patatas con cochino” o las deliciosas “Aceitunas rellenas de lichi” con pimienta rosa, pasando por el “Morteruelo especiado” o el “Pichón braseado” o postres tremendos como el “Postre de pistacho”, sobresaliente por sabor, técnica y presentación.
Pero lo que sin duda hace que un restaurante se quede en el recuerdo, que te emocione, son platos como la “Ropa vieja con caldo de cocido”, pura esencia emplatada.
Respecto al apartado vinícola, es sabido que El Bohío tiene una de las más completas cartas de vino de España, así que pocos echarán algo en falta. Esta vez, el restaurante nos dejó aportar las botellas, que fueron las siguientes (por orden de desaparición, como bien dice A. García):
NOTA: precisar que las botellas se abrieron casi en el momento, por lo que no tuvieron aireación previa, lo cual siempre permite ver mejor la evolución del vino (aunque da algunos “sustos” en el primer contacto)
* Champagne Hure Freres Terre Natale’99: no conocía este productor. Larguísima crianza (10 años) que se nota en su complejidad, bastante fino y seco. Muy bueno. 9,0
* Champagne Clos Cazals’99: tremendo. Complejísimo, opulento, muy vinoso, manzana asada,toques florales, muy largo. 9,3
* Egon Müller Scharzhofberger Spätlese’99 (subasta): impresionante riesling del mejor y más cotizado productor alemán. Amarillo dorado brillante que no denota su edad. Al principio se mostró un poco cerrado (petróleo), pero con aireación y tiempo, salen esos excelsos perfumes de piel de limón, pera blanca, minerales… Complejísimo, concentrado, con una acidez que se integra y compensa el punto dulce. Larguísimo postgusto, con vida por delante. Sobresaliente. 9,6
* Bonneau du Martray Corton-Charlemagne’91: si con el anterior costaba ver su edad, este parecía un jovencito, pero tiene más de 20 años. Amarillo limón precioso, aromas muy francos y de excelente calidad que fueron cambiando y evolucionando continuamente, desde las frutas tropicales (piña, coco) y tonos florales a toques de caramelo, miel, pastelería y apuntes tostados. Austero y mineral, elegante, con una perfecta acidez… aún muy joven. Y eso en una añada “menor”. Cuesta decidir cuál fue el mejor blanco de la cata, eso lo dice todo. 9,5
* Contino Reserva’76: en esas primeras añadas, se embotellaba en botella borgoñona. Tremendamente cerrado al principio, con mucha acidez volátil que hizo dudar si se le daba una oportunidad. Rubí apagado con menisco teja. Evolucionado en nariz, la carne cruda fue dando paso a notas de cerezas en licor, muy terciario. En boca, sin embargo, había mayor frescura y vivacidad, con fruta roja no tan madura, tonos de cueros y tabaco, con esa fantástica acidez de estos antiguos riojanos. No estuvo a la altura de la excelsa botella de este vino que caté no hace mucho (cosas de los vinos con estos años), pero siempre se disfruta. 8,6
* Ceretto Bricco Rocche Barolo Brunate’96: controvertida añada (como dice Eugenio para amantes de los Barolos de verdad). Color granate muy cubierto que aún no deja ver siquiera atisbos de atejados. Nariz muy compleja e intensa, con tonos florales (rosas secas) y de fruta negra. En boca es salvaje, potentísimo, con mucho tanino aún por pulir, de nuevo fruta negra sobre un fonod especiado, muy largo. Gran nebbiolo, le queda al menos una década por delante, material de calidad hay. Es ya sobresaliente, pero va a ir claramente a más. 9,4
* R. Voerzio Barolo Fossati Case Nere “Riserva 10 anni” 03: una suerte el disfrutar de este escaso vino. Tras el poderoso Brunate, este vino es pura seda y está plenamente disfrutable ya (cosas de las añadas cálidas como esta 2003). Bonito color picota con toques granate, brillante. En nariz es arrollador, tremendamente frutal (zarzamora), elegantes tonos especiados y un toque balsámico, complejo. Paso por boca muy estructurado, con una definición y una linealidad casi perfectas, otra vez muy frutal (fruta negra), con acidez y nervio vivos y taninos sedosos que casi no se sienten, larguísimo. Grande, muy grande. 9,7
* Viña Tondonia Gran Reserva’94: el gran clásico en añada excelente. No es de mis preferidos, reconozco que no me llega a emocionar como otros clásicos (Viña Real e Imperial, 904 de Rioja Alta, Riscal…), pero tiene de todo y aguanta muy bien el paso del tiempo. Aromas bastante reducidos al principio (humedad, champiñón) que se van haciendo más francos con el tiempo, sotobosque, fruta roja madura, con un fondo muy especiado, bastante complejo. En boca tiene mucho nervio, está muy vivo aún, más delicado de lo que cabría en principio suponer, con una textura sedosa, tonos frutales, vainilla, toques terrosos y herbáceos, complejo y bastante largo. Muy bien. 9,1
* González Byass Palo Cortado de Añada’82: otra rareza más, solo 600 botellas. La quintaesencia de un Palo Cortado, pureza, complejidad, finura, el no va más. Precioso color ambarino con tonos cobrizos y destellos anaranjados, muy limpio y brillante. Nariz punzante e intensa, de tremenda complejidad: piel de naranja, nuez tostada, caramelo de café, tostados y barnices, y tonos yodados. En boca es brutal, envuelve el paladar, punzante pero con un muy logrado equilibrio de acidez y amargor, eterno…Está muy claro, este es un vino de talla mundial. 9,8
* Chateau Climens’94: sin duda el Barsac de referencia, el único capaz de hacer sombra al mismísimo Yquem, especialmente en añadas complicadas. Semillon en estado puro, sin concesiones al dulzor (el menos botritizado de los sauternes se dijo en la mesa). Amarillo dorado con irisaciones color oro viejo. En nariz es delicado, mermelada de naranja, melocotón, tonos cítricos. Paso de boca elegante, muy fresca, acidez muy lograda, destacando los apuntes cítricos sobre un fondo amielado, con una persistencia notable. Muy rico. 9,1
* Yalumba Muscat Museum Reserva NV: auténtica rareza, tenía ganas de probar este muscat australiano que tan buenas puntuaciones recibe de críticos como Parker y J. Robinson. Tiene similitudes con un PX de añada, aunque menos denso y más fluido. Color ambar oscuro con tonos amarronados y rojizos. En nariz tonos de pasas, café tostado, confitura de higos. En boca es muy fino y fluido, dulce pero nada pesado, glicérico, con notas de caramelo, té y un final muy largo en el que predominan los sabores a pasas con un punto licoroso que realza el conjunto. Muy interesante experiencia, es realmente muy bueno, merece la pena y tiene pinta de evolucionar muy bien en botella. 9,3

Por todo ello, en mi opinión, este restaurante está por su nivel de cocina entre los mejores de España; si no está más arriba en la “guía roja” (creo que somos muchos los que estamos convencidos de que es un 2 estrellas clarísimo) será posiblemente por otros aspectos como la situación y la decoración, que es mejorable. En lo puramente gastronómico está en el sobresaliente. Sin duda, en esta etapa de popularidad que les proporciona notable afluencia (que sin duda merecen), deberán poner especial atención a los detalles y al servicio de sala para que todo siga en el nivel de calidad que han conseguido.
El precio medio es sólo el del menú degustación. Normalmente, con bebidas, estará alrededor de los 125EUR

Es la cuarta vez que me dejo caer por El Bohio y no deja de sorprenderme la calidad de su cocina y el servicion tan espectacular que atestigua, siempre que paso por alli por motivos de trabajo parada casi obligatoria para saborearla con tiempo en mi trayecto Madrid-Toledo.
Para repetir una y otra vez.

Primera visita a esta conocido restaurante de Toledo, donde Pepe ROdríguez (ahora uno de los jurados, haciendo el papel de "poli malo" en el programa Masterchef) realiza una cocina costumbrista, de sabores tradicionales, reinventado y aligerando las recetas manchegas de toda la vida. Pepe no renuncia a la técnica, pero sin perder la esencia de la cocina de su tierra.
No me gustó nada la decoración de la sala. Clásica a más no poder y en mi opinión algo desfasada.

Pedimos el larguísimo menú degustación (ahora parece que es tendencia habitual) formado por varias tandas de snacks (8 en total), 9 platos (entre guisos, entradas, carnes y pescados, sin un orden concreto), 3 postres y petit fours (95€)
Empezamos con varias tandas de snacks:
Patatas con cochino (corteza de cerdo)
Un crujiente de pescado
Foiegras con sardina (el foiegras llegó frío, sin atemperar)
Aceitunas con lichy, aunque el relleno no me supo a esta fruta
Una curiosa y acertada combinación de merengue de fresa con boquerones
Carcamusa (guiso de carne con patatas) en forma de snack acompañado de una curiosa sangría muy dulce y afrutada
Rocas de sésamo y maíz.

A continuación empezamos con el menú propiamente dicho:
Langostino, ensalada de manzana verde y hojas. En el fondo, una crema de manzana verde con un toque de wasabi. Muy bueno.
Guiso de lentejas, foie gras y butifarra, servido dentro de un pedazo de nabo hervido y con un trozo de ¿panceta? haciendo de tapadera. Me gustaron las esferificaciones de vinagre que acompañaban al guiso y que me recordaron al chorreón de vinagre que le ponía mi madre a las lentejas cuando era un niño.
Morteruelo especiado, acompañado de unas galletas crujientes de pichón y unas frutas. Muy contundente
A continuación vino uno de los platos de la noche. El guiso de patatas con costilla. Plato sustancioso, pleno de sabor pero nada pesado y acompañado de un caldo (que caldo!) del propio guiso.
Otro gran plato. El estofado de pargo con guisantres, habas y grelos. Un claro ejemplo de como crear un gran plato a partir de un guiso de pescado.
La versión más atractiva y por lo tanto más apetitosa del Potaje de vigilia (tipico de cuaresma). Una crema de espinacas y bacalao en el fondo (algo salada para mi gusto), unos garbanzos, un taco de bacalao y una hoja de espinaca cocida encima.
También nos pusieron uno de los platos emblemáticos de la casa, la ropa vieja, en forma de rulo con una salsa de tomate encima y acompañado con un espectacular vasito de caldo de cocido. Si duda el mejor que he probado (aquí lo trituran con los garbanzos del propio cocido, para que quede más trabado el caldo). Imprescindible probar este plato.
Como plato de carne, pichón sobre un taco de corteza de cerdo. Reconozco que no soy muy adepto al pichón, pero en este caso me encantó.

Empezamos la parte dulce con:
Escamas de yogur, yogur y chocolate blanco. Un postre realmente conseguido que mezcla la acidez del yogur (acentuado con el polvo de yogur) y el dulzor del chocolate blanco y la leche condensada. Excelente.
Flan de caramelo Nos comentó Pepe como se le había ocurrido este postre, cuando una clienta que se dedicaba a moldear el vidrío mediante la técnica del soplado, le explicó como se hacía. Se presenta una especie de esfera de caramelo que está relleno de una crema de flan. Lástima que el caramelo en la base donde había más grosor, amargaba.
Acabamos con unos correctos petit fours entre los que se incluía curiosamente otro postre, una excelente torrija realizada con un brioche y acompañado con un helado de torrija.

Respecto al vino, enciclopédica carta (con carro incluido) formada por 5 tomos: tintos de castilla la mancha, blancos del mundo, tintos del mundo, espumosos y blancos españoles. Los vinos más baratos a 25€ y la unica referencia valenciana, Quincha Corral. Excelentes copas y servicio del vino contínuo, teniéndo prácticamente en todo momento la copa llena, manteniendo así la temperatura perfecta del vino en la copa. Decidimos maridar este menú con un cava, concretamente un Privat Reserva Brut Nature.

El servicio de sala perfecto, dirigido por el hermano de Pepe, uno de los grandes maitres españoles, sin duda uno de los mejores profesionales que me he encontrado en la sala de un restaurante
Al final estuvimos hablando abiertamente con Pepe, genio y figura de este gran restaurnate de visita imprescindible

Buena comida en El Bohío tras mucho tiempo de andar tras la oportunidad de visitar esta casa en Illescas. El único problema, tal vez, las excesivas expectativas después de haber leído algunas críticas laudatorias. Incluso tras la publicación de las últimas estrellas Michelín había quien reclamaba dos "macarrones" para este restaurante, aunque -en mi modesta opinión- todavía tiene algún camino que recorrer antes de llegar a ese "semi-olimpo". Menú degustación. Los snacks los acompañamos con unas cervecitas frescas...y de ellos el que más me gustó fue el foigrass con sardina. La comida la acompañamos con un par de botellas de Viña al Lado de la Casa (Yecla). La cuña helada de queso tiene impacto visual, pero se queda algo insípida en el paladar. El langostino con wasabi daba la sensación de que estaría acompañado de algún fondo o salsa adicional, por la presentación, pero no era así. Buen sabor. Las lentejas con foi gras y butifarra fueron muy celebradas, así como el morteruelo y las patatas con costillas. Son sabores con raíces con presentaciones contemporáneas que practican también otras cocinas castellano manchegas como la de Ars Natura. El Huevo con setas bien y el salmonete sin embargo algo flojo. El cabrito asado también bien aunque casi estaba mejor la alternativa que tomaron otros comensales, la liebre con castañas. El primer postre de naranja,campari y azafrán parece demasiado etéreo y resulta mas efectivo el estupendo flan de caramelo, por presentación y sabor. Con el café ponen unos petit fours estupendos. Como sensación general, una muy buena comida aunque tal vez se pisó el local esperando la excelencia. Tienen una bodega impresionante, cierto, pero la cocina parece que no trabara del todo esa difícil salsa a base de sabores tradicionales y preparaciones más contemporáneas- Parece que faltara argumento o concepto....o tal vez yo no supiera entender porqué algunos platos tenían algún guiño oriental porque sí....otros un juego "trompe l'oeil" y de nuevo una parte central absolutamente tradicional que apuesta por el producto. El servicio bien y el local (sala de arriba) correcto. Insisto en que las expectativas eran máximas y eso nunca es bueno.....

  • flan de caramelo

    flan de caramelo

  • naranja,campari y azafrán

    naranja,campari y azafrán

  • menu

    menu

Primera vez que vamos y no pedimos el menú degustación. Y la verdad, es muy buena opción para probar la calidad de un estrella Michelin y no dejarte la cartera. El precio es de 49€ e incluye aperitivos, dos primeros, pescado, carne y postre. En mi opinión, una RCP muy buena.

Hemos tomado lo mismo que Anubis. Sólo hemos cambiado la carne, mi chica royal de liebre a su manera y cabrito para mi. La coliflor muy buena y con la temperatura adecuada. Leyendo su comentario, falló la temperatura.

También el postre, al igual que ella no somos muy amigos del café y nos hemos decantado por el increíble flan de huevo.

Hemos añadido un plato, setas a la brasa y tocino con huevo y otro postre, queso miel y manzana.

Donde han dado el do de pecho ha sido en los vinos. He comentado que me gustaba el entorno Jerez y hemos tomado una botella de Pommery brut royal y por copas:

Del Duque amontillado 30 años
Pata de gallina oloroso de Lustau
Malos Mamma para los postres.

Servicio y atención a la altura habitual. De sobresaliente.

Como veréis soy asiduo y siempre que puedo me escapo a esta increíble casa de comidas moderna. No soy objetivo la verdad, pero el nivel de lo recibido por lo pagado compensa con creces. Altamente recomendable.

Teniamos reserva en DiverXo desde un mes antes pero por circunstancias personales era imposible llegar a comer a Madrid y sobre la marcha decidimos ir a El Bohio que nos quedaba muy cerca. Llamé 15 minutos antes y no hubo problema. El salon de arriba no se lleno al completo pero creo que solo quedo una mesa vacia. El dia soleado contribuia a realzar la paz que transmite el comedor con esos toques provenzales en la decoracion. Nos dieron una pequeña mesa redonda en un rincon donde estuvimos de lujo.
Nos decidimos por el menu de otoño a 49€ que incluia lo siguiente:
- Aperitivos
o Aceituna rellena de lichies
o Crujiente de pescado
o Patatas con cohino
o Merengue de freson con boquernes
Todos muy buenos
- Sopa de coliflor huevas de arenque y maiz frito: lo mas flojo. La coliflor estaba congelada. No me gustó. La verdad es que debi preguntar si es que debia estar asi o no…pero no lo hice
- Ropa vieja y el caldo del cocido: sublime. Esta vez note algo mas el toque de comino y no me gustó tanto aunque le daria un 9.
- Callos: les pedimos que los pusieran en lugar del bacalao ya que este ultimo lo habiamos tomado la ultima vez y en cambio no conociamos los callos. Muy buenos. Racion abundante y bien preparada con mezcla de toalla (estomago), morros y gelatina. Por poner un “pero” personal, les faltaba un poco de picante
- Ciervo con higos y embutido esplendida pieza en su punto justo
- El postre : chocolate especiado con café: no me gustó nada. Recordaba con ilusion el bizcocho de leche de la vez anterior….
Acompañamos con un Hipperia 2006.
Cafes con un mini-macaron y una pequeña trufa que tampoco me gustaron pues eran sabores identicos al postre. La cuenta ascendio a 157 euros para dos personas. Me parecio un precio algo exagerado 3,55 por un café y 3,10 por cada servicio teniendo en cuenta que solo incluye el pan: 2 tipos excelentes pero nada mas.
En cualquier caso resulta un lugar esplendido con una RCP muy buena y con cuidadisimos detalles en la comida, servicio, etc. Nos atendio el hermano de Pepe con total profesionalidad. Una pena que esta vez tampoco estuviera Pepe Rodriguez para poder comentar con el.
A pesar de todo seguro que seguiré repitiendo

Poco más se puede decir. Vaya por delante que aquí me encuentro como en casa. Lo de esta pareja de hermanos y todo su equipo es de mucho nivel. Cada uno en lo suyo borda la faena y te deja con ganas de volver cuanto antes.

Todo facilidades, ningún problema. Sólo se preocupan de que todo el mundo disfrute

Como he dicho nivelazo de menú degustación. Visita imprescindible si se está por la zona y (ahora que está de moda) un dos estrellas sí o sí.

Empezamos con unos aperitivos.
- aceituna con lichi, crujiente de pescado, patatas con cochino, carcamusas con su sangría, Foie gras con sardina y merengue de fresón con boquerones.

Y como platos.

- Cuña helada de queso de aceite en hierbas, praliné y mermelada.
- Langostino, ensalada de manzana verde, hojas y wasabi.
- Lentejas, Foie gras y butifarra negra.
- Galleta de pichón, mortero ello espaciado y frutas.
- Salmonete con sopa espaciada de algas.
- Huevo con setas a la brasa y tocino.
- Bacalao frito.
- Ropa vieja y el caldo de cocido.
- Lomo de ciervo asado, higos, frutos rojos y embutido de cerdo.

Postres

- naranja, campari y azafrán.
- flan de caramelo.

Y como petit four, un postre tal cual: bizcocho de limón yogur y unas trufas, macarrones y Cañas fritas.

Lo dicho una fiesta de principio a fin.

Para beber. Un par de champagne

- lacombe premier cru y lallier grande reserve

Y un blanco, guimaro, godello.

Precio del menú.

Dificil comentario. Qué se puede decir cuando se llega a casa después de una comida de 4h entre amigos?

Es un lujo conocerles y tener el restaurante a tiro de piedra de Madrid.

Comida para 3 en el salón de arriba. Menu degustación. Han cambiado la carta y ahora sólo ofrecen tres menús según el apetito. Hicimos el largo más callos.

Han variado tanto los aperitivos como los petit del café. Para mi gusto a mejor, mucho mejor.

Para beber Marc Hebrant blanc de blancs y Roderer. Para los postres un dulce manchego, Finca La Antigua. Rematados con M Miller Westbourne

Menú parecido al anterior comentario. Un 10. El amigo Eusaenz lo cuenta y explica mucho mejor que yo.
Servicio y vino como en casa, poco mas se puede de ir.

Gracias a todos.

Precio del menú.

Premios Verema

  • premio_verema
    Mejor Mejor tratamiento del vino
    2014

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