Vuelta a uno de las cocinas más consolidadas e interesantes del sur de Madrid, el restaurante CHIRON del chef Ivan Muñoz. A diferencia de nuestra primera visita, hará 3 años, la sala está abslutamente llena.
De entre los tres menus disponibles, recurrimos al intermedio (58€) compuesto por 2 aperitivos, 2 entrantes, pescado, carne y postre. El Menu Sotobosque (83€) esperará a mejor ocasión.
Tres años despues repetimos los snacks de “cartucho de almendras” y “chips de batata y plátano”, nada especial ninguno de los dos.
Igualmente, el menu se inicia con un clasico de la casa,“Nuestra copa Danone”, un yogurt de espuma de morcilla y patata, que siempre gusta y cumple, aunque el paso del tiempo considero requiere una revisión.
Continuamos con unas muy interesante “ascuas de ajo negro, lomo de orza y pimientos verdes fritos”. Se presentan sobre una especie de parrilla ligeramente humeante, que esconde un consome a base de pimientos (si mal no recuerdo), realmente bueno. El principal contiene un falso lomo de orzo, en realidad es atún, y que en conjunto es interesante.
El tema mejora sobremanera con el “Morteruelo marino y berenjena de Almagro” un riquisimo morteruelo que combina mejillón, berberechos, anguila e hígado de bacalao y berenjena encurtida en esterificaciones. Muy bueno.
Un de los platos principales es el reconocido “Arroz socarrat de vieira y alioli”, una elaboración clasica de la casa que conviene conocer, el arroz perfecto de sabor y punto, el alioli excelso, y tal vez queda un poco fuera de lugar la vieria, pero como soy fanatico de este producto, lo disfruto sobremanera.
Sobresaleinte presentación para el primero de los principales “Civet de atún al Amontillado, almendras y tortillita de camarón”, muy interesante en lineas generales, y “Pichón con coliflor y su morteruelo”, el pichón (la pieza de la temporada por lo que la estamos repitiendo) perfectamente presentada y elaborada.
No recuerdo el postre, perdón.
La sala esta soberbiamente gestionada por Raúl Muñoz, como detalle comentar que nuestra comida fue constantemente interrumpida por nuestro chaval, y cada parada tuvo una respuesta inmediata en cocina para evitar tener platos en la mesa esperando. En pocos sitios he visto reacciones tan rápidas a imprevistos. Muy bien.
De la complicada carta de vinos (en formato tablet) nos decantamos por un fantastico REINA DE LOS DESEOS 2012, un vino tinto elaborado por Comando G en la Sierra de Gredos (a 950 metros de altitud en Cadalso de los Vidrios), con crianza de 14 meses en barricas nuevas de roble francés. Como casi todo lo que hace esta bodega: Buenisimo.
Desde mi último comentario he vuelto en más de una ocasión pero nunca hice comentario.
Sirva éste para confirmar que los hermanos están en muy buen nivel. Muy buena comida. Hicimos el menú de clásicos.
- su versión de la copa danone
- foie
- arroz, esta vez con bogavante.
- patatas a la importancia.
- bacalao.
- cochinillo
- brioche con helado de toffee y café
Sala grande, mesas bien vestidas, buena vajilla y cubertería. Excelente separación entre mesas.
Muy buen servicio, al detalle.
Carta de vinos digital, tomamos un champagne y un tinto francés del 88. Pero el que realmente nos gustó y sorprendió fue un Ribera del Duero de la bodega viña sastre. ACOS 2007. Pedazo de vino. Y para los postres una cosa, nunca mejor dicho porque se llama THE THING. 100% moscatel con levaduras vivas. Sorprendente y rico.
Excelente selección de destilados y espirituosos. Rematamos con gt's a cascoporro :-)
Un sitio para volver más pronto que tarde. Muy buena RCP.
Precio del menú sin vino.
Diversas circunstancias me llevaron este día hasta esta casa, a esta hora y a este menú, primero deciros que mi idea para este martes de septiembre era haber cenado en Aranjuez en el R de la calle o como se llame ahora pues, creo que ya no se llama así, de hecho mi viaje a la warner lo supedite a que abría ese día , sin embargo y pese a tener reservado para ese día dos o tres semanas antes me llamaron para decirme que lo sentían mucho pero que no iban a abrir ese día , pero que por supuesto tenia mesa para el día siguiente , ya les dije que al día siguiente tenia un compromiso en Humanes camino de Segovia , no me dieron ninguna explicación del cambio de día de apertura , cada uno hace lo que quiere en su casa y yo desde luego no volveré a la suya , mas que nada porque por lo que me han contado el chef que le dio la estrella ya no esta en su local .
El caso es que tenia el Chiron en mente desde que sabia que estaría por Madrid y mas cuando nos alojamos en el hotel en Valdemoro, lo que no me esperaba es la premura con la abandonamos la Warner para ir a comer, ya que al llamar para reservar mesa para cenar me dijeron que los martes cierran a la noche, así que salimos a toda leche, llegamos cansados y en ropa informal, pero llegamos y nos trataron como a reyes, sin pegas por la indumentaria.
La verdad es que tras día y medio de Warner y pese a que no hizo mucho calor, estábamos cansados así que optamos por el menú mas corta el que llaman de Clásicos , platos de siempre y que han gustado , local elegante y agradable , servicio a la par .
Empezamos con la copa danone, Yogurt de espuma de morcilla y patata con manzana en almíbar, muy rico y la morcilla muy suave.
A continuación plato de foie micuit con perdiz salvaje, queso, membrillo y tostas de naranja, estupendo un milhojas con producto de primera, sabrosísimo.
Como habíamos estado mirando el otro menú y precisamente una de las cosas que me llamaron la atención fueron las almejas a la importancia y como tras decirnos que no tenían, opte por el otro menú, tuvieron el detalle de sacarnos la media ración que les quedaba, al estilo de la elaboración de las patatas, pero con el salino de las almejas muy rico.
Arroz socarrat con vieira y alioli, soberbio, riquísimo, mucho gusto y socarrado, no soy un experto en arroces, pero este estaba cojonudo, nos gusto mucho a los dos.
Bacalao con potaje de sus callos a la madrileña y su brandada de bacalao, que deciros con semejante enunciado, saborzazo.
Para acabar con lo salado cochinillo, el primero de unos cuantos que irían viniendo en los siguientes días, simplemente de quitarse la boina, crujiente, jugoso sin demasiada grasa, nada que ver con el segoviano, este ya digo tenia menos grasa.
De postre Brioche de toffe, en la línea de buena cocina y de sabor, en este caso dulce.
Para beber me pedí una botella de lapola 2011 a 23,5€ +iva , me aconsejaron una copa de seis quintas , soberbio vino portugués a 3€+iva la copa y para el cochinillo una copa de crianza pies negros , uno de los mejores riojas al mismo precio , el precio de las copas muy bueno , también tienen unos maridajes muy ajustados de precios .
Un gin-tonic de martin millers al que me convidaron, una infusión a 2,5+iva, la media ración de almejas a 8€+iva y el menú 48€+iva.
En resumen, volveré, muy buena comida, servicio atento y una estrella michelín bien merecida a un precio razonable .
Una nueva estrella de 2012 en la comunidad de Madrid, Chirón, en la ciudad dormitorio de Valdemoro que nos quedaba por visitar. Negocio familiar que ahora regentan Iván en la cocina y Raúl en la sala. Antonio Muñoz, padre de la saga, comenzó con el negocio en Toledo, tras un traslado a Aranjuez, se asentó posteriormente en Valdemoro, para que luego hayan sido sus hijos quien lleven el peso del restaurante.
La sala resulta acogedora y amplia, en tonos suaves, igual que las mesas en relación a su amplitud. Menú gastronómico, con la deferencia de preparar uno especial para mi acompañante (dieta). Detalle de alabar, ya que complica el minuto a minuto de la cocina.
Como recepción, patatas fritas, plátano de igual modo y almendras tostadas. A continuación una manzanilla-sour, ésta sustituye al pisco, reduciendo el toque tan alcohólico de la mezcla.. Se acompaña con un donette de hígado de bacalao. El cockatil sirve para limpiar tras un bocado fuerte de pescado, para abrir boca con ese sabor agrio; preparando las papilas gustativas.
Comenzamos los aperitivos con un yogur de espuma de patata y morcilla. Bocado delicado y sabroso a la vez, dentro de la espuma de morcilla, encontramos kikos y un trozo de manzana que le aporta frescor. Agradable, y resultón.
Seguimos con un “tomate” en pisto sobre huevo y anguila ahumada. Sabores tradicionales y muy reconocibles sobre una presentación original. Aperitivo que resulta liviano. Tradición manchega de estética moderna.
A continuación “gambas en tinta y calamares al ajillo” . Productos donde sus preparaciones más clásicas se invierten; siendo el resultado de menor esplendor que en sus realizaciones clásicas. Se acompaña de una esferificación de su propia tinta que resulta agradable, pero le falta algo de densidad y sabor.
Con la raíz de la cocina manchega aprendida de su madre, Iván nos presenta su versión de “Torreznos y Carcamusas” . La segunda es un guiso de carne normalmente magro, que en Toledo se descubre como una tapa bastante común. Sobre una base de patatas con pimentón, se coloca el guiso, esta vez de carrillera, y el torrezno picado muy fino se pega a él como si de una especie de cobertura se tratarse. Aunque parezca un contrasentido, el torrezno resulta delicado, aportando crujiente, finura y sal al conjunto. Otro plato que demuestra la característica principal de la cocina de Chirón, un mancheguismo revisado desde la perspectiva de un cocinero muy joven.
Pasamos a los platos principales, comenzando por un claro mar y montaña “Lubina y lengua con anchoas y alcaparras”. El pescado se presenta en nuestra opinión un poco pasado de punto, y la conjunción con la lengua no es total. Preferimos esos mares y montañas donde haya una mayor integración de los sabores a través del guiso, de las salsas.
Para finalizar con la parte salada, una trilogía de caza compuesta por un bombón de morteruelo, un ravioli de caza, y un consomé de la misma. Nos movemos desde la suavidad del bombón a la contundencia del guiso de caza que rellena el ravioli, que suponemos tiene el origen de la idea en el típico gazpacho manchego. Pura potencia con mucho control. Verdadero power manchego. Cuando la revisión, mejora el original. Plato que en su época sería de subsistencia, al ser analizado, y evolucionado brilla con esplendor.
Como homenaje al queso de la tierra, el primer postre compuesto por dos creaciones alrededor del queso, requesón y una especie de “quesada” junto con helado de yogur y tejas. Diferentes temperaturas, y texturas, sin mucho más. Aunque los que como el que escribe adoren el queso, lo acaben disfrutando.
Finalizamos con el “chinchón-mojito” , donde el licor ibérico sustituye al cubano, el conjunto se completa con helado de limón, y trozos de melón de color verde intenso (desconocemos la razón, pero seguro que la habrá). Una idea que parte de Cuba a la cual con la presencia del melón y el chinchón se la inunda de madrileñismo.
Propuesta que verdaderamente destaca en los platos manchegos actualizados, en aquellos que Iván ha visto cocinar y ahora rescata para interpretarlos desde su juventud, y escuela. Sabores reconocidos, y revisionados que recuerdan los originales; pero haciendo que los platos sean menos contundentes, más livianos. Los conjuntos que menos nos dijeron fueron tanto las gambas en tinta como el mar y montaña con lubina y lengua. Los postres también creemos que tienen espacio de mejora.
Sala espaciosa, y bien llevada, en esta ocasión no estaba la otra parte del dúo que conforman los hermanos Muñoz. Fuimos muy bien atendidos. Se maridó el menú con los siguientes siete vinos: Amontillado Rey Fdo Castillo, Senda de Oro 12 Rueda, Navarra Te Deum ( de los que más nos gustaron), DO Mancha Finca Antigua, DO Rioja Baigorri Garnacha, DO Loire Chinon 09 Franc.
Chirón: Mancheguismo actualizado.
Para ver el post http://www.complicidadgastronomica.es/?p=2712
Nueva cuponada y nuevo éxito... gran cosa esto de las páginas de descuentos gracias a las que puedes conocer chiscones de nivel sin hacerte un gran roto (asunto este importante en los tiempos que vivimos); las sensaciones aun palpitan fuertes, porque lo vivido en Chirón este finde fue grande, grande... empezamos:
- Local: ubicado en el centro de Valdemoro, la fachada y unos toldos deliciosamente Kitsch deslucen lo que por dentro es un gran comedor de corte recio, una típica casona de comidas remozada y adaptada a los tiempos modernos. Salón amplio, gran separación entre mesas y sensación de confortabilidad y elegancia. Muy bien.
Menú: ibamos a menú cerrado, un Gastronómico compuesto por snacks, 2 aperitivos, 3 entrantes, pescado, carne y 2 postres. Incluia también una copita de cava rosé, todo ello a 35 euros persona.
Vino: recomendados por el maitre optamos por maridar la cena con blanco, 2 botellas de un excelente Riesling Van Volxen (27 euros c/u) que no conociamos y que hizo nuestras delicias con su mineralidad tenuemente afrutada. Servido en copas Riedel a temperatura perfecta, combinó perfectamente con todas las opciones del menú.
Snacks:
chips de patata y plátano, berenjena de almagro y la aceituna del vermú: se sirven con la copita de cava y se degustan relajadamente mientras el maitre ofrece detalladas y cordiales explicaciones de lo que viene a continuación. Los chips ricos y poco grasientos aunque algo ramplones y mejor la berenjena y la aceituna del vermú, de buen calibre y rellena de gelatina de rosso.
Aperitivos:
- Corneto de pisto con bacalao: un cono de masa de empanadilla relleno de pisto y con brandada de bacalao simulando la nata. Rico y original. Un 7 y muy buenas sensaciones.
- Yogur de setas: servido en un recipiente de cristal (con tapa de aluminio incluida!), la preparación consiste en una suave crema de setas, delicada pero francamente sápida, rematada por un parmentier de patata. Incluye crocantes de avellana y trocitos de seta confitada. Rico no, lo siguiente. Un 8 y subiendo.
Entrantes:
- Criadilla de morteruelo sobre migas y Manchego: una pelota de morteruelo que se sirve sobre un lecho de migas y una mousse de manchego. Se adereza con sardina ahumada. Preparación delicada aunque de sabores rudos no aptos para todos los paladares. Gran potencia del morteruelo dulcificada por las migas -etereas, con un delicioso regusto a choricillo-. La mantecosidad de la mousse no se impone a la del morteruelo y eleva con elegancia el sabor de este con la añadidura del divertido contraste de los ahumados... tradición heavy muy bien ideada. Un 7.
- Cocido madrileño: en un servicio a 2 bandas, se sirve por una parte en plato cerrado por una campana el preparado del hueso -que es en realidad verdura, nabo diría- relleno de la pringada -morcillo, tocino, chorizo-, los mini garbanzos encima y el remate de la pelota. En paralelo se prepara el caldo infusionado con hierbabuena y se añade al plato para terminar el servicio. Aroma, presencia, gusto... Cocido de verdad para amantes del Cocido. Definición y fuerza en lo sápido, elegancia y delicadeza en la presentación. Maravilloso. Un 8 (incluyo foto).
- Verduras de Aranjuez en dos versiones -cruda y cocinada-: si lo anterior fue bueno, ahora toca lo mejor. Ante el comensal se pone una pequeña sopera tapada, un vasito con un granizado de tomate, y una jarrita con espesa y caliente sopa de tomate. Vayamos por partes: se descubre la sopera y encontramos un delicado nido de mini verduras cocinadas al vapor, una jugosa yemita cruda, y unos croutons de pan tostado. A esto se añade la sopita de tomate y se degusta mezclado... el espectáculo, señores. Verdura al punto, crujiente la que debe ser crujiente, melosa la que debe ser melosa. La sopa de tomate concentrada, con sabor a ajo, pimentón, a cocina de raíz, de la buena, de la profundamente castellana. La mixtura con la yema -sabor, cremosidad- y la alegría del crouton conforman uno de los mejores platos de verdura que este humilde servidor haya probado nunca. Un 10 para esta parte. Por otro lado, queda el vasito: la base es un cuscús de coliflor y ajo, con un fuerte aderezo de cominos, y el resto un sorbete de tomate. La preparación sirve como limpiador del paladar y resulta refrescante, crujiente y muy-muy potente. Sabor difícil pero adecuado como transición a los principales. Un 6 (incluyo foto).
Principales:
- Bacalao en un potaje de sus callos a la madrileña: un buen taco de bacalao cocinado a baja temperatura que se sirve sobre el guiso de sus callos y se rodea de una fina brandada. El as de corazones, el rey de copas. El 10 entre los dieces... de nuevo la fuerza, el sabor a guiso y ligazón, la potencia de unos callos sin tonterías, trabados y bien gelatinosos, que sirven de genial colofón a una buena tajada de bacalao firme y cocinada al punto que se deshace en lascas y que, combinada en boca con la brandada, da ganas de, sencillamente, celebrar la vida. Un rediez. 10 y más 10.
- Rabo de toro deshuesado, tuétano de queso pera y setas: un medallón de rabo de toro deshuesado cuyo hueso es en realidad, queso pera, suave y muy fundente. El aderezo es la propia salsa de cocción del rabo extra reducida -semeja en realidad un glaseado- y unas bolitas de pera y crema de queso. Después de lo vivido, la verdad es que la sensación que queda de este plato es la de una cierta insuficiencia; con el paladar ya calentito por la fuerza de las preparaciones anteriores, el rabo nos resultó extremadamente suave, realzado de forma anodina por el suave queso que es el tuétano y las bolitas de pera... buena técnica y presencia -el servicio se realiza en una espectacular campana de metacrilato- pero cierta insipídez en el resultado final. Un 6.
Postres:
- Tarta de manzana en bote: el viaje llega a su final pero en Chirón deciden remontar... y de que manera!. Tarta de manzana en bote, así, como suena: base de compota de manzana, crema pastelera con genial regusto a natillas, y topping final de galleta triturada. Se sirve con un stick de hojaldre. Para repetir y repetir... un 8 (incluyo foto).
- Quesada Manchega y miel de Romero: la preparación es la que sigue: base de granizado de miel rodeado de queso mascarpone, daditos de tarta de queso, helado de romero y remate de tejas de caramelo. Combinación rotunda, postre frío perfectamente contrastado, sabores tradicionales acertadamente renovados... se me acaban los eufemismos para decir que estaba cojonudo! otro 8.
Servicio: genial el maitre y el camarero que se nos asignó, cercanía y accesibilidad (que no compadreo), afán didáctico tanto en el servicio de la comida como en el del vino y atención constante pero sin agobios. De nuevo destaco que la línea que separa la excelencia de la incomodidad a la hora de servir es francamente tenue, y en Chirón tienen bien aprendida esa lección. Servicio que está sin estar, como tiene que ser; gente que baila a tu alrededor dedicándose en exclusiva al disfrute del cliente... Un 10 merecido de verdad.
Finalizamos con café - no sirvieron petit fours -, un PX Emilio Lustau, Gin Tonic de Mombassa y copa de Bayleys. El total para cuatro personas 220 euros.
Lo mejor: todo. Poder disfrutar este pedazo de menú con un 50% de descuento -no obstante, aun sin la rebaja, me parecería barato.
Lo peor: el pan; solo un tipo y bastante corrientito, la verdad (hogaza).
Tarta en bote
Cocido
Verduras de aranjuez
Sorprendente vista al renombrado restaurante Chiron de Valdemoro tras ser mencionado a finales de 2011 con una estrella Michelin.
Nada del exterior invita a esperar lo que te encuentras en su interior, no sólo en cuanto a su decoración, sino por supuesto por su esperada y acertada moderna restauración.
Elegimos el menú completo (el gastronómico) a 63 euros (los rumores alertan de un inminente incremento de los precios), que incluye 8 platos principales y 2 postres, el aperitivo eran unas curiosos chips de cascara de plátano.
La sensación final es muy buena, como platos iniciales:
- Para empezar un airbag ibérico relleno de salmorejo con manzanilla sour (espuma de manzanilla con fuerte sabor a cítricos).
- El corneto de pisto con bacalao es una suave crema de bacalao sobre un pequeño cucurucho de hojaldre relleno de pisto. Muy interesante.
- Uno no de los más comentados en las redes, yogurt de morcilla compuesto por un puré de morcilla y patata en vasito de yogurt. Muy suave al paladar.
- Albóndiga de morteruelo, sobre una capa migas y queso manchego. Los trozos de salazón o fruta (no nos hemos puesto de acuerdo) que acompañaban las migas muy interesantes, el morteruelo muy bueno y exquisito.
- Sustituyendo a los berberechos, una “empanadilla” de arroz socarrat (el socarrat recubría el resto del arroz) acompañado de vieira gigante. Los dos conceptos muy buenos, el arroz perfecto y mejor que en otros "estrellados" más reconocidos. El ali-oli de 10 y muy suave (y eso que lo aborrezco). Un plato estrella.
- El cocido madrileño consiste en una pelota, hueso de caña y garbanzos laminados, acompañado de un potente caldo bañado con hierbabuena. Curioso.
Como platos principales:
- Sustituyendo a la merluza, ventresca de toro, compuesta por 3 piezas de ventresca bastante buenas, pero excesivamente cocinadas para mi gusto.
- Para acabar un sabroso rabo de toro, muy correcto, y que no resulta excesivo.
El servicio en sala es correcto, más de lo esperado por algún comentario de Internet, y en todo momento mostraron plena disposición en explicar cada uno de los platos.
La carta de vinos es amplia y muy correcta, con gran cantidad de variedades a las que recurrir. Tiramos de la tierra, EL HOMBRE BALA, un fantástico y elaborado Garnacha de la sierra de Gredos que me sorprendió muy gratamente y que acompaño a la perfección con los distintos platos. Requerimos una última copa, y nos ofrecieron un Rioja PHINCAS (no sé qué año). Correcto, pero que no superaba EL HOMBRE BALA.
Casi todos los platos tienen pequeños detalles que hacen mejorar las propuestas, y que sorprenden. De cantidad, tras acudir a restaurantes con menús “largos”, ninguna queja.
Mi opinión es que sin superar al Coque de Humanes, y por encima de El Bohío de Illescas, y a la espera de conocer otros reconocidos restaurantes de Aranjuez y Ocaña, estamos ante la gran sorpresa y un importante baluarte de la restauración en el sur de Madrid.
Muy recomendable y aconsejable.
Cuando después de casi dos años sin ir vuelves a un restaurante y todavía recuerdas platos que te gustaron, sólo puede significar una cosa. Si no has vuelto antes fue por algo totalmente ajeno a la cocina. Me gustó entonces y esta vez me ha encantado.
Se ha comentado alguna vez la importancia de la sala, un mal servicio te puede arruinar una buena comida. Tuve ocasión de comentar con los hermanos Muñoz lo sucedido en su día y el motivo de no haber vuelto antes. Escucharon, se disculparon y se volcaron en que saliera de allí dando palmas con las orejas y deseando volver lo antes posible.
Hicimos el menú gastronómico incluyendo algunos platos de los probados en su día y que se han convertido en clásico de la casa como el arroz y el foie. Muy nivel nivel, gran menú y comida.
aperitivo. Yogur de morcilla.
Foie caramelizado con perdiz, queso, membrillo y pan de naranja.
Verduras de invierno en dos versiones, crudas y cocinadas.
Arroz socarrat de vieiras y alioli
Sus versión de patatas a la importancia
Bacalao con un potaje de sus callos a la madrileña
Rabo de toro deshuesado con tuétano de queso pera y setas
El brioche que quiso ser una torta de Alcazar
Quesada con miel de Romero
A pesar de ser un lunes y estar a medio gas, en ningún momento me pareció un restaurante frío. El comentario anterior describe perfectamente la sala. Nosotros estuvimos toda la comida muy bien.
El servicio fue perfecto. Explicaciones de los platos e interés en nuestra sensación tras terminarlos. Escuchando y aceptando sugerencias.
Mención aparte para el vino. Dos volúmenes con suficiente oferta, al menos para mí. A unos precios más que correctos y con cosas realmente interesantes. Nos comentaron que la idea es que la gente beba y de ahí el poner los precios accesibles. Hicimos toda la comida con champagne perfectamente servido y atentos a rellenar.
Finalmente tomamos unas copas entre su gran cantidad de oferta en destilados, licores y demás. Un gt y un malta perfectamente servidos y explicados.
Terminamos con una charla con ambos comentando el panorama y su reciente estrella michelín, además del reciente metrópoli como mejor restaurante fuera de Madrid.
Volveremos más pronto que tarde. Gracias por todo
Restaurante de la familia Muñoz Bargueño, clásica de la restauración en Aranjuez y Valdemoro, y ahora regentada por dos hermanos ya en la tercera generación: Raúl en la sala e Iván en la cocina. Local algo perdido en el centro de Valdemoro y con fachada de aspecto algo abandonada. Cualquiera diría que detrás de la puerta y subiendo a la primera planta se encuentra un restaurante que acaba de estrenar una estrella Michelín.
Dos salones con una capacidad de unas 70 personas. Puedo decir que las mesas tenían una separación y una amplitud muy generosa, como pocas veces se ven. Ambiente un tanto frío, tanto por el color de las paredes como del suelo. Solo algún que otro aparador clásico de madera para cuberterías y cristalerías. En el techo, una vidriera de colores verdes, azules y amarillos que le dan al ambiente el único toque de color. Esa tarde, solo cinco mesas ocupadas.
Servicio en sala llevado por un camarero y un maitre-sumiller (¿Raúl?). Me llamó la atención un cierto desánimo por parte de ambos durante el servicio (quizás cosas mías); atentos pero sin transmitir pasión a las mesas. Incluso se les olvidaron los dulces en la sobremesa que estaban incluidos en el menú, aunque no los reclamamos. Quizás no estábamos del todo cómodos y pedimos la cuenta con celeridad.
La carta bastante corta y no muy creativa como cabría esperar de un estrellado. Podemos decir que cocina de mercado con elaboraciones y presentaciones actualizadas. Incluye dos menús degustación: Uno clásico (48€ + IVA) y otro gastronómico (55€ + IVA).
Sirven dos tipos de pan que no me convencieron para nada.
Tomamos el menú degustación “clásico” para los tres:
- Unos snacks que incluían unas aceitunas de vermouth, trocitos de berenjenas de almagro, chips de batata y plátano, almendras fritas y un magnífico corneto de pisto y brandada de bacalao.
- Yogurt de la casa: En un tarro de cristal clásico de yogurt, un entrante compuesto de una capa de espuma de patata sobre otra de morcilla muy cremosa con un pequeño trozo de pera. Original, divertido y sabroso.
- Terrina caramelizada de foie, perdiz, membrillo y queso: Una terrina muy delicada y de sabor agradable. Se acompañó de unas rebanadas muy finas de pan tostado de naranja.
- Arroz socarrat con vieira y ali-oli: Sabroso arroz con el perfecto acompañamiento de un ali-oli muy equilibrado. Sin embargo, la vieira no nos llegó a entusiasmar.
- Taco de bacalao en un potaje de sus callos a la madrileña acompañado de brandada: Muy bueno el taco de pescado pero, como sigue siendo habitual, salado en exceso.
- Cochinillo con su piel crujiente y crema de manzana asada y su paté: Muy buen trozo de cochinillo asado lentamente y con la piel muy crujiente.
De postre:
- Brioche, toffe y café: Un brioche caramelizado con un helado de toffe y granizado de café. Nos aconsejaron mezclarlo todo resultando un postre bastante flojo. Lo mejor el helado.
La oferta de vinos, con unas más que dudosas 300 referencias, está distribuida entre dos libros: El primero, con vinos de jerez, espumosos y vinos blancos; el segundo para los tintos. Bien surtida de vinos nacionales aunque algo floja en internacionales. En cualquier caso, bien cuidada y con precios x1.5. Disponen de una bodega acristalada a la vista y de sumiller. Poco entusiasmo por su parte al intentar hablar con él. Tomamos Peña Caballera 2008 (34.50€ + IVA) servido perfecto de temperatura y en copas aceptables. No estuvieron atentos a rellenar.
Precio total: 207.85€ (inc. IVA, una caña, una manzanilla, un refresco, vino y botella de agua de 1 litro a 2.95€ + IVA).
Nota 1: El precio indicado es lo que estimo lo que costaría comer con IVA, pan y servicio y sin bebidas.
Nota 2: Extraña sensación cuando nos fuimos. Podemos decir que todo lo que comimos estaba bien elaborado y presentado, pero no nos llegó a entusiasmar; además ese ambiente tan frío de la sala y por parte del servicio. No sé, pero creo que no volveremos.
Como decía aquel estribillo ochentero "yo jamás te hubiera conocido si no llega a ser por Los Ramones". En este caso cambiamos al grupo punk por la guía del muñeco regordete y ahí tenemos el descubrimiento. Ahora ya sabemos que si estamos "entre Pinto y Valdemoro" hay que tirar para este último destino, con todos mis respetos a los pinteños. Tras la estrella Michelin a Chirón nos aventuramos hacia allá en una noche de niebla cerrada y volvemos satisfechos y convencidos de que el "macarrón" es merecido. Buena cena. Menú gastronómico con unas cervezas de arranque. Snacks curiosos (la aceituna al vermut y los cucuruchos de pisto y bacalao sobre todo). Para la cena, tras revisar un poco una extensa carta, elegimos un "Belondrade y Lurtón" 2009 muy bien servido, copas Riedel, preocupación por la temperatura, etc. Para romper fuego un yogurt de morcilla muy rico y un foie caramelizado con perdiz, queso, membrillo y pan de naranja (espectacular). Luego la tortilla de patatas en copa, para mezclar con el huevo y con lascas de trufa por encima. Bien. De lo mejor el arroz socarrat con vieira y alioli. El arroz delicioso y la vieira jugosa, aunque bien marcada. De pronto nos acordamos de las desastrosas vieiras que nos puso el mediático chef Ramsay en su restaurante neoyorkino. Nada que ver con éstas, mucho mejores y más cerca de casa. Después de ese subidón de sabor tal vez quedaba un poco por debajo el pescado, con salsa de berberechos. Pero el bache se remontaba inmediatamente con un sabroso ciervo con setas y castañas al armagnac. De postre una sencilla brioche con helado de toffe con un regusto delicioso a dulce de leche. Remojando la brioche en el caldo del helado es inevitable recordar algunas torrijas. Café, "pettit fours" y un servicio impecable hicieron el resto. Buena relación calidad-precio. Por poner algún pero, la decoración de la sala tiene mejoras pendientes y -por ser pejiguero- las mesas más cercanas a la cocina pueden escuchar el trajín de los fogones en los días de más ajetreo. Por lo demás, buena cocina sin complicaciones y por lo tanto sin mucho riesgo, aunque muy bien ejecutada. Habrá que volver para el menú "clásicos"....que el cochinillo promete...
Brioche
Socarrat
Foie
visita tras menos de un mes, esta vez con unos amigos
optamos por el menú corto. Repitieron los primeros y cambió tanto carne como pescado.
- merluza en salsa de berberechos
- solomillo y cochinillo, dos y dos.
poco que añadir sobre la comida. Todo bien. El postre muy sencillo, de nuevo las fresas.
No podemos decir lo mismo del servicio. Entramos a las 10.00 y a las 11.00 habíamos terminado. Todo muy rápido, excesivamente rápido. Como ejemplo, dejabas el tenedor y ya estaban retirando el plato y preparando para el siguiente.
Hasta el punto de retirar tres platos y dejar a un solo comensal que no había terminado. Imperdonable.
Malas caras. Pedimos un gin tonic y la preparación fue penosa (un cubata), más si lo comparamos con nuestra anterior visita, donde vimos como lo preparaban en otra mesa. La noche y el día.
El dueño/encargado nos preguntó y le dijimos que muy bien la comida pero que todo demasiado rápido. Le entró por una oreja y le salió por la otra. Vino a decir que otros lo preferían así.
Para remate, se olvidaron de los petits four para la infusión.
Tardaremos en volver hay mucho sitios donde gastarse 75 €.
Por cierto, sólo dos mesas ocupadas. Tendrían prisa por cerrar.
No puedo calificar el servicio en las valoraciones, SUSPENSO.
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