Calidad y calidez

Situado en el pueblo del que lleva el nombre, en una antigua casona magistralmente reformada. Negocio familiar que cuenta con una magnífica cocinera que está al frente del restaurante del hotel –sólo para clientes alojados- llamado La Cocina de Merche. Habitaciones distribuidas alrededor de un patio de luces cubierto y con muy buen montaje, productos de acogida, televisión en la habitación, cama muy cómoda, edredón envolvente, armario grande y en el baño buena presión de agua. Al ser un hotel familiar el trato es cercano, por las mañanas la cuñada de Merche –lo siento pero no recuerdo su nombre- nos dio mucha información de la zona sobre todo de restaurantes e insistió en que fuéramos a la Venta de Moncalvillo cosa que le agradezco en el alma porque acertó de pleno, también nos recomendó la visita a el museo de Dinastía Vivancos y también se lo agradezco porque salimos gratamente alucinados. El tema gastronómico de este hotel es un referente a tener en cuenta, los desayunos muy completos y de calidad, hay huevos de diferentes formas en días terciados y los días que no tocan huevos hay selección de quesos, todos los días fruta y bollería, total buenísimo. Las cenas son con menú fijo con platos bien elaborados y siempre hay opciones dietéticas, todo muy bueno y haciendo siempre un guiño a la cocina tradicional riojana. En fin un sitio estupendo para usar como base si vas de visita a la Rioja y por las noches no hay que coger coche después de cenar. Una curiosidad es que esta familia están elaborando vinos un blanco y un tinto llamados ambos Empatía –lo que esta familia tiene con sus clientes-. Muy recomendable para repetir.