Lo que rodea a las viandas...

Ese anuncio debe ser más "antiguo" que yo, hay teléfonos de 4 cifras !!!

Hace unos días que tengo en mente un tema parecido, pero en positivo: esas pequeñas cosas, detalles, los que sean, por insignificantes que parezcan, que nos han dejado una recuerdo agradable de la visita a un restaurante. Una decoración, un detalle por parte del personal, una cubertería...

Recuerdo el día que cenamos en Mugaritz. En la mesa más cercana a la nuestra había un chico joven cenando. Bueno, eso creo que estaría haciendo, para mi estaba más "trabajando", "estudiando". Cada plato que sacaban, lo miraba tres veces, por arriba, por abajo, por un costado....
Cada bocado que daba era una eternidad. No miraba a nadie ni a nada.
Imagino que para alguien así será una maravilla que todo sea blanco, de cristal trasparente. Que los demás nos callemos. Que nada ni nadie le interrumpa. Estupendo.
Pero para mi, que voy a disfrutar, que voy a algo más que a quitar el hambre,que considera una experiencia de este tipo algo que va más allá del mero hecho de comer y punto, pues es importantísimo el entorno.
Quiero estar en un sitio que me enamore: la decoración, la vajilla, la mantelería, la indumentaria de los camareros, por supuesto que la silla, la cristalería, la música de fondo y como bien comentas, los olores.

Hombre, así a bote pronto y sin verte la cara, diría que hay bastantes probabilidades de que tenga más años que tú :-D

Este cartel a la entrada de Pérez Barquero también tiene sus años :-)

Totalmente de acuerdo. Siempre recordaré el detalle que tuvieron en Can Fabes de prepararle ex profeso a mi mujer un postre basado en el arroz con leche cuando fuimos a celebrar su cumpleaños.

O el Beltxenea, donde le pusieron una rosa roja en el plato cuando fuimos a celebrar nuestro aniversario.

O el Arunda, donde nos prepararon una botella de cava en una cubitera con hielo picado cuando comentamos a la maitre que la botella del primer día estaba algo subida de temperatura.

O Las Camachas de Don Gonzalo, donde el cocinero nos prepara unas paellas que, sin ser valencianas, están pero que muy ricas.

O L'Ambroisie, donde a pesar de que nadie hablaba español, acabamos con el maitre y el sumiller en la mesa intercambiando información sobre vinos franceses y españoles y echando unas risas sobre los vinos españoles que aparecían en una revista francesa que nos sacaron.

Y paro... Realmente, son esas pequeñas cosas las que hacen perdurar el recuerdo en la memoria :-)

A mí también me parece mejor hablar en positivo, había puesto al abrir el hilo ejemplos negativos porque hay veces que parece que animan algo más los hilos, pero como ves prefiero comentar las experiencias positivas, como las de Girona, que las negativas (que alguna también ha habido por allí)

Efectivamente estas cosas pueden arruinar mas de una comida, y las moscas, que aunque parece mentira también son compañeras de mesa en muchos restaurantes en la época veraniega.
Saludos.

Totalmente de acuerdo, esos detalles singulares que acompañan a una buena comida trasforman la velada en algo especial. Creo que cada vez el servicio tiene mayor importancia, sea sitios mas o menos glamurosos, eso da igual.
Saludos.