¿Aburrimiento, vejez...?
Restaurante canalla de cocina de mercado con toques viajeros (aunque todos deben viajar a los mismos sitios) que mima el producto. Local con decoración modernita, orgánica, lista de Spotify de buen rollito y que no ofenda a nadie. Camareros jovencitos, de buen porte, con vestuario informal diseñado por un amigo del dueño, que te tratan como si fueras de la familia. Carta para compartir que incluye ensaladilla, croquetas, rabas, bravas, ensalada de tomate y burrata, pata de pulpo a la brasa, tataki de atún, tartar de vaca vieja, baos, raviolis de algún guiso, nuestra hamburguesa que no es como las demás, chuleta de buey de sabediosdonde para los más carnívoros... Y de postre no pueden faltar la torrija, la tarta de queso, un coulant y el tiramisú, a ser posible servido en un frasco con tapa. Cervecita de grifo industrial, alguna un poco más artesana para el raro del grupo y carta de vinos con verdejos, albariños y algún godello, que ahora están de moda, un par de rosados y unos Riberas y Riojas para cubrir el expediente.
¿Soy yo el único al que cada vez le da más pereza ir al restaurante promedio español? ¿La única manera de salirse de estos tópicos es ir a un restaurante gastronómico o tradicional? ¿No hay margen para innovar a partir de nuestra rica tradición y producto sin caer una y otra vez en lo mismo?
¿O simplemente es que me estoy haciendo mayor y cascarrabias?