Cambios en las recomendaciones alimentarias
Desde hace tiempo se ha sometido a revisión las recomendaciones alimentarias que, de forma repetitiva, se llevan haciendo durante décadas en una inercia que ahora se demuestra que no estaba justificada.
Se han revisado los fundamentos científicos de esas recomendaciones, encontrándose poca justificación para las mismas. Por contra, la revisión ha permitido en muchos casos hacer recomendaciones casi opuestas a lo que antes se decía, como por ejemplo en el caso de los huevos (ahora se llega a casi uno diario) o de los lácteos, antes siempre denostados.
Algunos dirán que son modas y que donde dije digo, ahora digo Diego (cuña publicitaria), pero las recomendaciones que antes se hacían de no comer pescado azul porque tiene grasa, los nuevos conocimientos aportaron que esa grasa (omega 3 y omega 6) no sólo no era perjudicial, sino que la calidad de esa grasa era deseable.
En estos momentos se tiende a abandonar el concepto de proteína, grasa e hidratos de carbono por el concepto de alimentos, viéndolo como un producto (pack) de diferentes nutrientes, pero con un comportamiento único para ese alimento. Valga ésto como explicación simplificada.
Ésta revisión llega a establecer diferentes grados de evidencia y recomendaciones en función de los datos que aportan los estudios. La referencia del documento publicado: https://doi.org/10.1016/j.arteri.2018.06.005 (aún en prensa y pendiente de salir a la luz en la revista de la Sociedad Española de Arteriosclerosis, sociedad científica que se dedica al riesgo cardiovascular desde todos los puntos de vista).
Grave problema tienen los médicos ahora para decirle a sus pacientes que pueden comer un huevo diario, cuando se han pasado la vida prohibiéndoles que comieran más de 2 huevos a la semana, porque les van a contestar que "la de huevos fritos que me he perdido por su culpa, Sr. Doctor".
Más de uno va a fotocopiar el documento y lo va a colgar con un imán en la nevera para justificar su cambio de dieta... ¿Tú no?