Me quedo muerto. Soy de Cartagena y, sinceramente, no encuentro ningún motivo

Me quedo muerto.
Soy de Cartagena y, sinceramente, no encuentro ningún motivo para que mi ciudad figure en esa lista de candidatas.
Tan sólo puedo entenderlo dentro de un contexto turístico sin más, tirando de cruceros, así como de visitantes veraniegos del consorcio Cartagena Puerto de Culturas o del Teatro Romano (casi 120.000 turistas anuales). La ciudad ha remontado el vuelo después de la crisis que sufrió en los 90 del siglo XX, pero de lugar gastronómico o preocupación por una gastronomía de calidad nada de nada.
El caso es que la oferta gastronómica de Cartagena se queda en uno o dos restaurantes resultones y gracias. Los locales que ofrecen tapas dan auténtica pena, reinando los productos y platos de segunda fila y la nula dedicación al estudio de una carta de vinos o cervezas (se tira más rubia fresca tapa-defectos que en cualquier otro rincón de la Región).
Productos como los salazones, calderos, tapas marineras o michirones, tan de la tierra, brillan por su ausencia, o más bien por la ínfima calidad que en general hay en sus preparaciones.
En definitiva, que la ciudad está super bonita, pero que con un ex-alcalde imputado, una alcaldesa que sigue los mismos pasos (ambos de los dos partidos mayoritarios), un AVE que no llega nunca, un pabellón sin inaugurar y sin uso que se cae de desidia y miseria, un auditorio que ha costado el triple de lo que se presupuestó, un Museo Nacional de Arqueología submarina que ha cambiado en tres años tres veces de director con intervención judicial por medio, o innumerables barrios olvidados de la mano de Dios (y con esto me refiero a la alcaldía), no me explico que gasten dinero del contribuyente en intentar engañar al resto del país para que nos otorguen una capitalidad gastronómica que no merecemos por una cuestión tan básica como que no disponemos de locales con la suficiente entidad o enjundia como para ni siquiera dar la cara.
En fin, perdón por la chapa pero es que hay cosas que se caen por su propio peso.