¿Que prefieres?, 1 Kg. de Mortadela o 100 Gr. de Jabugo.

Amiguete Juan, aunque sé que dentro de poco tendré ocasión de discutirlo contigo en persona, no me resisto a entrar al trapo, pero voy a intentar no ser pesao, así que ahí van unas pildorillas que intentan resumir mi confusa opinión sobre el tema:

1. Lo de beber poco y bueno en lugar de mucho y regular me parece a mí que es una ilusión, porque tengo comprobado que, cuanto más bueno es el vino que uno se pone por delante, más se tiende a beber, y no menos, lo que no deja de ser una pequeña tragedia, ;-))

2. Mejor una buena mortadela que un mal jamón (en todas partes cuecen habas, incluso entre los criadores de cochinos ibéricos).

3. Muchas veces el precio no guarda relación con la calidad, sino con la escasez, la imagen o el divismo del bodeguero de turno. Creo que no es mala actitud mental estar alerta porque, a mi modesto entender, hay por ahí mucho gato que se presenta con apariencia -y precio- de conejo (¿valdría como ejemplo el tinto dulce 1999 del Celler de Capçanes?)

4. ¿Qué pasaría si las sardinas (o las aceitunas, o las naranjas, o los huevos, etc. etc.) fueran tan escasos como el caviar y las trufas (melanosporum)? Apuesto a que se irían de precio por las nubes y disfrutaríamos una barbaridad cada vez que tuviéramos ocasión de hincarles el diente. ¿Por qué no hacerlo ahora, siendo así que estos alimentos están igual de buenos que si fueran inencontrables?

5. O sea, no se trata de -a falta de ganas o de pasta para comprar jamón de bellota- consolarse con un mal ";chopepó";, sino de apreciar lo mucho y bueno que ofrecen ciertos productos de calidad cuyo precio no se va por las nubes.

6. En este contexto y yendo en concreto al Dolç de l’Obac, a mí me dan más placer (me parecen mejores en calidad, según un criterio puramente subjetivo) un buen número de vinos dulces (casi todos, casualmente, generosos andaluces) por los que no hay que rascarse tanto el bolsillo. Y me parece asimismo que existen alternativas entre los tintos dulces que no llegan a la finura e intensidad de ciertas añadas del de l’Obac, pero se acercan (por no hablar de otros de otras zonas que lo superan siendo más baratos, como Oportos LBV -¡e incluso Vintage!- de ciertas añadas), mientras que su precio es una fracción de aquél. Así que, con lo que me costaría una botella de Dolç de l’Obac me compro una de Venerable, por ejemplo, y cuando me apetece un tinto de ese estilo, me lo paso chupi con una copa de Violeta 2001, Étim, Dolç de Mendoza o LBV Noval 1994 ó 1997, por seguir con los mismos ejemplos de antes.

Y paro aquí, pues me temo que ya he incumplido mi promesa inicial.

Abracitos, :-))