Confieso que no me esperaba la suntuosidad y delicadeza del PSI. No parecía

Confieso que no me esperaba la suntuosidad y delicadeza del PSI. No parecía para nada un vino de la Ribera del Duero. De hecho, la madera se notaba más bien poco, y la fruta del 10% de garnacha que dice que tiene, parecía que liderase el resto del vino. Si hasta un amigo que siempre catamos vinos juntos y detesta la rudeza que a veces presentan los vinos recién embotellados de la Ribera del Duero, reconoció que le había sorprendido muy positivamente.

Tendré que comparar con la del 2018, que tengo todavía entera, a ver si ha sido un cambio de rumbo, fruto de la añada, o qué.

También me ha ocurrido con una cata vertical del Camins del Priorat que hicimos hace poco. 2017-18-19 tienen un perfil radicalmente distinto a la de 2020, siendo esta última mucho más abierta y amable desde el primer trago. Otro de los vinos "básicos" que, para mí, me ha mostrado su buena cara tempranamente.