Ése es el punto. La vejez en sí misma es un eficaz señuelo comercial, pero no

Ése es el punto. La vejez en sí misma es un eficaz señuelo comercial, pero no se debiera morder ese anzuelo. La inmensa mayoría de los amontillados alcanza un magnífico punto de equilibrio a los 20-30 años de edad media, y no pocos antes. En realidad, lo asombroso no es que existan vinos centenarios en bota, sino que estos se puedan beber ¿Vinos de 100 años en bota? Haberlos, haylos. Pero rarísimos son los viejísimos como Coliseo, el Palo Cortado Reliquia de Barbadillo, el amontillado Solera Fundacional de Pérez Barquero, los vinos de Gaspar Florido embotellados recientemente por Navazos, etc. que además sean sublimes. Puede que sea el caso del vino de Torres Burgos. Pero no nos equivoquemos: lo más normal es que un vino de 100 años en bota concentre de tal manera el extracto seco, la acidez y el alcohol que lo hagan prácticamente imbebible.