Bueno, yo soy de los que pienso que en todas partes cuecen habas. Porque

Bueno, yo soy de los que pienso que en todas partes cuecen habas. Porque puestos a hablar de estafas y chapuzas, ¿qué le parece que los contribuyentes europeos y estadounidenses paguen de su bolsillo reflotar instituciones financieras que se han dedicado a prácticas no ortodoxas, si no directamente delictivas? El Bundesbank mira con arrogancia al resto de los humanos pero en su momento le colaron varios goles por toda la escuadra. Ni somos un desastre, ni los mejores del mundo mundial.

Si vamos a vino, pues tres cuartos de lo mismo. El fraude forma parte de la historia del vino en todas partes ¿A qué se destinaban que los millones de litros de vino a granel que salían de los puertos de Tarragona y Valencia con destino a Francia? Por no hablar de recurrentes escándalos en prestigiosas denominaciones: http://elmundovino.elmundo.es/elmundovino/noticia.html?vi_seccion=12&vs_fecha=201409&vs_noticia=1411054633 Pero ello no quita para que haya miles de productores, en España y fuera de España, que hacen vinos buenos o incluso extraordinarios.

Yo no iba a eso. Ni, por supuesto, a denigrar la D.O. Jerez, cuyos órganos funcionan razonablemente bien. De hecho, he utilizado el ejemplo de Jerez para ilustrar tres cuestiones: a) que en los órganos representativos de las denominaciones más prestigiosas se sustancian cosas -por ejemplo el equilibrio entre viticultores y bodegueros- que no siempre están redundan en la calidad; b) que en ocasiones se ven desbordadas por fenómenos -como el de Rumasa o el de la introducción catastrófica de las multinacionales de las bebidas- que revelan hasta qué punto se está lejos de la omnipotencia incluso en las denominaciones con más músculo; c) que a mi juicio, y por su propia naturaleza, son instituciones mejor diseñadas para certificar el "origen" que para garantizar "calidades", que son, por definición, discutibles. Sobre el tema del origen: la historia tiene un peso importante que hace que nuestras grandes DOs sean distintas a las de otras latitudes, fundamentalmente determinadas zonas de Francia (p.ej. Borgoña). Nosotros no tenemos un extenso tejido de pequeños y medianos viticultores que viven relativamente bien elaborando y vendiendo su propio vino. Eso en España es la excepción más que la regla: los viticultores pequeños se agrupan en cooperativas -algunas inmensas- o venden su uva a bodegas medias y grandes. No hay tantos que elaboren y vendan su propio vino. Y su poder dentro de las denominaciones es exiguo, con lo que son los intereses de los grandes grupos bodegueros y las cooperativas las que marcan el paso. Ahora bien, no es el único país del mundo en el que esto sucede. Ello se traduce en una muy deficiente diferenciación de los terruños y, por tanto, en el hecho palpable de que nuestras grandes D.Os -me refiero a las más extensas- representan más equilibrios de intereses regionales que zonas geoclimaticamente homogéneas.

Todo ello, y el hecho de que la gente que elabora vino fuera de las D.O. no estén exentos de controles, me lleva a no compartir la idea de que los productos elaborados dentro de una denominación de origen tengan mayor garantía de "calidad" que los elaborados fuera de ellas. Al final, los aficionados con cierto recorrido acabamos por depositar más confianza en productores determinados que en zonas específicas. Y esto vale para cualquier país del mundo. Y el que lo hace mal y caro, sea dentro o fuera de una denominación, lo acaba al final pagando. Porque es el consumidor el que tiene la última palabra.