Federico Paternina Gran Reserva 1928
Federico Paternina Gran Reserva 1928
FICHA TÉCNICA
D.O./Zona
Pais:
España
Tipo de Vino:
Tinto
Crianza:
Con crianza
Graduación (vol):
12,00%
Varietales:
Tempranillo (por lo menos esta uva debe estar presente)
Precio aproximado
Precio Aprox:
Desconocido
PUNTUACIÓN
Nota de cata NOTA MEDIA:
9.72
/
99
Nota de cata CALIDAD-PRECIO:
9,6
ELABORACIÓN
Paternina 1928 gran reserva fue embotellada por primera vez a mediados de los años 40 y como resultado de una selección muy rigurosa, los propietarios decidieron que algunos barriles se almacenaron 25 más en las antiguas bodegas de la bodega Ollauri Conde de los Andes. Luego en 1968 todas las barricas fueron rellenadas y embotelladas. Sólo 1 barril de roble fue reservado para ser embotellado en 1976, con el fin de celebrar el 80 º aniversario de la bodega Federico Paternina. Estas botellas eran de cera sellada para diferenciarse del resto de vendimias guardadas.
Opiniones de Federico Paternina Gran Reserva
OPINIONES
10

Más de 3 años después, recurro de nuevo a este viejo conocido a la hora de acompañar la comida sabatina, no sin antes -obvio- degustar las dos primeras copas en absoluta orfandad de alimento. Y no sólo por el interés de la propia cata, sino por algo más esencial: el respeto debido a la joya que tenía entre las manos.

Abierto 1 hora antes. Sin decantar.

Visual: Tonalidad predominantemente rojiza en toda la copa, sin que se aprecie diferencia con el menisco. Leve ribete cobrizo con algún destello teja que denota una sensible diferencia -y una menor evolución- con la botella anterior. Plena juventud en este caso, con una capa media-alta, con algunos destellos de brillo. Lagrima fina y prácticamente trasparente, pero abundante. Y de nuevo esa limpieza!, sin precipitado alguno, que no se apreciaron ni en la última copa.

Olfativa: un nuevo espectáculo en nariz. Un catálogo de aromas nada más iniciar el descorche, sin que los mismos se vean opacados por los típicos tufillos iniciales esperables en un vino de casi 90 años. La fruta en compota aparece de forma abrumadora, desbordante, profunda y siempre en primer plano, ya sólo con acercar la nariz al cuello de la botella. Ver para creer. Debidamente depositado en la copa, y con la primera bocanada de aire, el vino comienza a expresarse con mayor profundidad, dando en un primer momento registros de duelas envinadas, caballerizas, tierra húmeda y pinceladas de carbón. Con el tiempo, y ya en la segunda copa, los matices olfativos se desbordan: carne macerada, notas sanguinolentas, caza, trufados, fúngicos, pimienta, comino, apuntes anisado y todo ello acompañado de una indudable fondo licoroso. Incluso -quizá fuera mi imaginación- creí percibir un leve toque de resina. Sea como fuere, un abanico olfativo descomunal. Una lección magistral en sí misma.

Gustativa: La tercera parte del retablo de las maravillas. De intensidad media en un primer instante, se reproducen, en lo básico, las percepciones observadas en nariz. Inicios de fruta roja compotada, al que acompañan, de modo sutil, unas elegantes notas terciarias de cueros, establos, carnes maceradas y, con el tiempo, un fondo levemente licoroso. Se aprecian, asimismo, trazas vegetales que se acentúan al día siguiente, con una leve sensación de terrosidad y apuntes de fruta y pimienta negras. Vino magistralmente estructurado, aún con un  buen volumen, y dotado de una cierta cremosidad que lo vuelve, si cabe, aún más goloso en el paso por boca. Acidez todavía presente, madera prácticamente inapreciable y unos taninos dulces. Un vino profundo, elegantísimo y, sobre todo, de una juventud apabullante. Larguísimo postgusto.

Poco más que decir: si ven una botella a buen precio (pongamos 60/70 eurillos -ya ni les cuento a los 25 que me costó ésta-), gástenselos. Compraran uno de los 4 mejores vinos de la década de los 20 del siglo pasado y uno de los más relevantes vinos españoles. Ah, y no tenga prisa en comprarlo: pueden dejárselo a sus hijos, pues éste nos enterrará a todos.

Tonos anaranjados elegantes y ribete muy ladrillo, capa media baja.

Nariz compleja de intensidad media, notas sorprendentes de ciruela,tabaco,especias,regalices, algún recuerdo vegetal, tabaco de puro para pasar luego a la marca ideales que fumaba mi abuelo, muy sorprendente la viveza y expresividad de la nariz.

Boca suave, sedosa, con todavía algo de fuerza, no parece de 1928, con buena acidez, tacto de terciopelo, con volumen, alta acidez, muy equilibrado y con tanino vivo, sinceramente espléndido, no sé si pertenece a 1928 por que sinceramente me dejó alucinado.

Procedente de la cosecha indicada, y embotellado 40 años después de la misma, la botella comentada -en apariencia, bien conservada- presenta un corcho tintado en su totalidad que, pese a dicha circunstancia, salió prácticamente entero. Abierto 30/40 minutos antes, sin decantar.

Vista: Amplia gama de colores castaños y atejados con ribete dorado-ambarino, bien diferenciado del menisco. Muy bonito. Capa media/media-alta, aún con brillo. Limpio, con presencia de unos mínimos sedimentos de pequeño tamaño.

En nariz, empieza el espectáculo: sin síntoma alguno de reducción ¡¡con 86 años y 46 de botella!!. Ya en botella huele a vino, a bodega, sin más. Como si tuviera 70 años menos. Donde uno espera la adustez y cerrazón propia de su antigüedad -y el correspondiente acompañamiento, al menos en fase inicial, de los respectivos aromas-, lo primero que se encuentra es el aroma de un vino en auténtica plenitud. Fruta roja bien marcada (cerezas, endrinas), notas acídulas. Sobre un suave y elegante fondo licoroso y de madera noble. Suaves tostados. Notas vegetales (bayas) y de mineralidad. Sólo con el tiempo, y siendo paciente se comienza a atisbar algún suave terciario de cuero, bosque umbrío, tinta china... Sublime.

Y es en boca donde se cierra el círculo mágico que dibuja este vino. Un elegante registro frutal, presidido por la misma fruta roja, escoltada por una suave trazas de pimientas y las notas licorosas. Fruta escarchada, chocolate negro y balsámicos (after eight, hierbabuena). Acompañado por unos terciarios de cueros, caja de puros, sacristía que se encuentran sólo en una fase inicial de desarrollo, con un final de torrefacto y notas vegetales. Todo ello con un paso por boca equilibrado, bien balanceado, facilitado por una acidez un tanto justa que le dota de una patina de terciopelo. Profundidad, elegancia y, sobre todo, juventud, bendita juventud. A día de hoy, sólo cabe una calificación: pletórico!!, tanto que las dos últimas copas fueron consumidas, ahí es nada, a la hora de cenar (6 horas después -previa extracción del aire en botella-), manteniendo el tipo como sólo los más grandes pueden hacer.

Un vino absolutamente deslumbrante, hijo de un tiempo que ya no volverá. No creo que ninguno de los que por este foro andamos -quizá los más jóvenes- podamos ver la decadencia del mismo. Una de las experiencias que todo buen aficionado al vino debería disfrutar una vez en su vida.

25 euros. A fuer de ser sincero, debería estar penado vender este vino a este precio.

Este coloso se embotelló en 1968, con 40 años de crianza, para ir saliendo de los calados de la bodega a cuentagotas y bajo pedido.

Rojo rubí con destellos rojizos y de capa media-alta, increíblemente joven y cubierto para tener 86 años. Impresionante!

Nariz franca e intensa, dando la cara desde el principio, fruta bien madura presente junto a notas de monte umbrío y aromas terrosos y un amplio abanico de terciarios (tabaco, cedro, cacao amargo,..)

Después del bestial Ygay 42, este parece mostrarse más contenido y pulido, pero no hay que engañarse, está muy muy vivo y tiene todavía arrestos (materia y acidez) para marcar territorio pero, de nuevo, con una elegancia exquisita. Fruta roja delicadamente licorosa, toques de matorral y terrosos, con un larguísimo final que deja un gusto especiado finísimo. Un vino espectacular a todas luces.

Enlace al post con la cata completa:
https://www.verema.com/foros/foro-vino/temas/1187977-cata-historica-rioja-parte-ii

Rojo rubí, ribete rojizo, capa más bien alta.

En nariz es intenso y sorprende desde un primer momento por su limpieza. Todavía hay una gama de frutas maduras y licorosas, pero perfectamente definidas. Va ganando en copa y surgen los recuerdos balsámicos y especiados, los toques de tierra mojada y terrosos, una punta mineral muy sutil, finos ahumados, caja de puros, chocolate negro y piel curtida. Increíble pureza aromática en un vino con 86 años.

En boca resulta igualmente desconcertante, balanceado, con poder, una tremenda viveza, un paso pleno de equilibrio mostrando fuerza y elegancia, con garra, dejando en el final una larga huella de frutas maduras, especias, tonos minerales y terrosos. Tanino de seda pero todavía con presencia. Persistente.

Con este vino surgió un debate sobre los famosos “refrescos” pues parecía imposible que pueda tener los años que tiene, pero independientemente de todo esto lo que está claro es que lo que hay dentro de esta preciosa botella es un vino de Rioja de clase mundial, legendario, producto de una bodega histórica y de una época histórica. Sin una uva de primera este vino no sería posible. Y sin unas manos artesanas tampoco. Y allá las hubo.

De color rubí marronoso muy muy claro, de capa baja-muy baja. Parece un brandy con reflejos ambarinos, caoba y anaranjados. Hay un ligerísimo precipitado en la base de la botella que se percibe, ligeramente turbio, granulado. Borde atejado, amplio, con apenas diferencias con el menisco. Sensación de estar ante un vino anciano, fatigado, con problemas de guarda.

Qué equivocados... Afinado, abierto, en plena forma, con una clase y una expresión elegancia reductiva que sólo muestran algunos Paternina GR anteriores a los 60's. Éste es de esos grandes-grandes de Rioja. Tiene un bouquet clásico que resume las señas de identidad de la bodega. Hay un asomo de granos de café, rosas marchitas, pupurrí de pimientas ahumadas y un cada vez más poderoso fondo terroso en el que se funde el barro cocido, la arcilla, la hojarasca y un deje de fruta pasa, crema de castañas y una sonria pátina de maderas exóticas, casi imperceptible, con un deje de salvia y hierbas de montaña. Amplio, sin debilitarse en ningún momento.

En boca está completamente redondeado. Amplio, ordenado, discreto, lleno de sensaciones de extra madurez (con un apunte de dulcedumbre) pero sin perder el frescor y esa vivacidad chispeante tan propia de los viejos Paternina. Los taninos son de lujo y deja una picante acidez que no desaparece de la boca durante horas. Imposible decir que se trata de un vino camino de los 100 años. No dudamos que los cumplirá sobrado de fuerza.

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2013/08/paternina-1928-gran-reserva.html

Es lo que tenían estos vinos antiguos de Rioja, estas grandísimas marcas ahora tan tristemente devaluadas. Color ocre, muchísimo sedimento.

Aromas a hojarasca, flores y frutas secas.

En boca sigue alegre, con algo de fruta todavía, elegante y con mucha esencia.

Con un color atejado pero con una gran capa, la nariz empieza a mostrar unos perfumes que no muestran para nada agotamiento en el vino. No sabría muy bien cómo definir esa mezcla de aromas entre tierra y barro que tiene en sus comienzos el vino, no se viene abajo, va mostrando aromas de hojas secas, mucha madurez, traducida en la boca a la redondez, pero sin morir, a la viveza, al homenaje, un placer para los sentidos. Me pareció una gozada.

Totalmente de acuerdo con lo dicho por Benjamín!
Señoras y Señores...Un Venerable y Noble Anciano con todos sus galones!!!
Federico Paternina Banda Azul, gran reserva 1928, embotellado hacia 1968!
Increíble, sigue vivo! 76 años le contemplan y convenientemente decantado, se mantiene, se abre y VIVE! Y si me apuras, evoluciona y si no fuera por el corcho, estaría aun mejor, ES INKREÍBLE!!!
Testigos de todo esto, fueron en esta ultima ocasión José de Velour, Dani C, un servidor y mi padre propietario de tan venerable botella, compañeros de cata en esta ultima ocasión, fueron Solar de Samaniego del 54, Viña Zaco del 63 e Imperial del 74...Kasi Ná!
En otras ocasiones han sido mi mujer Marta, Maria José del Araguaney, Jesús Maria González de Zarate (Catedrático) Enrique de Casa Enrique (Solares) y otros, muchos y varios amigos de mi padre, incrédulos todos de tan apasionante milagro, cada vez que alguien no cree y tiene que acabar por hincar la rodilla ante tan espectacular vino!
Lo mejor, que aun nos quedan, en bodega varias botellas! Je, je!
Evidentemente por respeto, no puntuo!

No pretendo hacer una ficha de cata, sino un merecido homenaje a los grandes Riojanos de antaño. A la etiqueta le faltan muchos datos, como la graduación que pienso será de 12.0. Pero se compensa todo a la hora de ponerse en sintonía con este Gran Viejo, y escuchar los susurros del tiempo, 75 años hacen que el color presente ocres con muchos sedimentos pero sin notas de acético. Vino redondo, maduro que permanecerá en mi paladar y en mis recuerdos toda la vida. Como bien dijo en una ocasión Paco Higón, estos vinos no se pueden calificar.

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