Para quitarse el sombrero

Con un color atejado pero con una gran capa, la nariz empieza a mostrar unos perfumes que no muestran para nada agotamiento en el vino. No sabría muy bien cómo definir esa mezcla de aromas entre tierra y barro que tiene en sus comienzos el vino, no se viene abajo, va mostrando aromas de hojas secas, mucha madurez, traducida en la boca a la redondez, pero sin morir, a la viveza, al homenaje, un placer para los sentidos. Me pareció una gozada.

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