Granatoso, brillante, limpio, capa media y un color menos evolucionado de lo que cabría esperar. Sin apenas lágrima.
Algo tímido en aromas, siendo de carácter reductivo los primeros en asomar. Pacharán, especiados, notas arcillosas, maderas pero no muy añejas, muy integradas con esas notas de confituras de naranja amarga,toques de grano de café, sándalo, salvia, endrina fresca.
El primer contacto en boca es aterciopelado, muy compacto de trama, aunque sin esa profundidad que suelen regalarnos los vinos del 64 y del 70. Es elegante, proporcionando un recorrido muy placentero, pero sin esa acidez que tienen los "inmortales" que se nos fija en boca eternamente por lo que su permanencia se ve un poco perjudicada. Antes de despedirse nos vuelve a obsequiar con un recuerdos de canela, clavo y guindas en licor.
A pesar de no mostrar síntomas de fatiga, creemos que tampoco su guarda iba a hacer más aporte del que ya tiene.
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