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Muga, un valor seguro en La Rioja

bodegas-muga-prado-eneaMi primera visita a Bodegas Muga fue a principios de los años 90, coincidiendo con un incipiente interés, básicamente hedonista, por el mundo del vino. Era una época en la que en las cartas de los restaurantes era difícil encontrar muchas referencias de vinos que no fueran de la D.O.Ca. Rioja y, entre estos, destacaban muy especialmente, por su calidad, los vinos de Muga. Recuerdo que, a pesar de ser una época en la que todavía no estaba implantada la moda del enoturismo como una nueva estrategia de comunicación y marketing de las bodegas, muchas de éstas, sobre todo las de tamaño pequeño e intermedio y fuerte arraigo familiar, como es el caso de Muga, siempre tenían las puertas abiertas a personas inquietas y amantes del vino. Éstos, entre los que me incluyo, asistíamos a estas visitas ávidos de escuchar a los propios artífices del vino, muchos de ellos viticultores convertidos en bodegueros, la historia de su familia, de su bodega y de sus vinos, cual hijos que traían cada año al mundo, marcados cada uno de ellos por un carácter, una climatología, un terroir, que los hacía claramente distintos y a los que se les quería por igual, a pesar de que unos eran más fuertes y otros más débiles.

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Así fue como conocí a Isacín Muga, uno de los principales responsables de la segunda generación de la bodega, así como a Isaac, Jorge y Manu Muga, las jóvenes promesas de la tercera generación. Previamente, en 1932, los padres de Isaacin, Isaac Muga Martínez y su mujer Aurora Caño, habían fundado Bodegas Muga. Ambos formaban parte de dos familias profundamente vinculadas al mundo del vino. Uno de ellos, de los primeros viticultores riojanos, Cosme Muga, ya fue distinguido en 1870 con el Premio Viticultura entregado por el Ministerio de Agricultura. Fue precisamente en esta época del siglo XIX cuando bodegueros franceses habían implantado en La Rioja sus conocimientos sobre la elaboración y envejecimiento del vino, en un terreno y un clima propicios, y contando con una población que dedicó su vida a la tierra. Hoy día, con la tercera generación al frente de Bodegas Muga, la aventura que inició una joven pareja en la primera mitad del siglo XX, se ha transformado en 25.000m2 de instalaciones dedicadas a obtener vinos excepcionales.

La pasión de este tipo de bodegueros por sus vinos no tiene paragón con otros sectores productivos ya que el componente emocional y sentimental que impregna el proceso y sus productos, difícilmente los observaremos en alguna otra actividad.

toneles-barricas-mugaEn 1967, las instalaciones de Muga se trasladan al caserón Prado Enea, transformado en bodega y emblema de la misma. La finca, situada en pleno Barrio de la Estación de Haro, sigue siendo una parte emblemática de su imagen de marca, presente en las etiquetas de sus botellas. Los viñedos de Bodegas Muga, en plena Rioja Alta, sufren la influencia de los climas circundantes: Mediterráneo, Atlántico y Continental, panorama que favorece unas condiciones idóneas para el cultivo de la vid. La vendimia se realiza a mano, obteniendo un rendimiento medio de 1,5Kg de uva por cepa, de sus 220 hectáreas de viñedos, el 50% del total de su producción, completando su cupo con la producción de viticultores riojanos supervisados por la propia bodega. El total asciende a 2 millones de kilos de uva.

Del mismo modo que se cuida la viña, se cuida el roble donde envejecerán sus vinos, hasta tal punto que Muga es la única bodega española que produce tanto sus propias barricas como sus toneles de fermentación, cosa bastante singular en el panorama nacional. De este modo se asegura que las características de las barricas para afinar sus vinos serán exactamente las deseadas por los enólogos de la bodega. La variedad francesa se emplea en un 50%, frente a un 40% de roble americano y un 10% de roble centroeuropeo.

muga-trasiega-manualEl trasiego manual por gravedad es otra de las tareas tradicionales, con un encanto especial, que realiza la bodega, al igual que la clarificación con clara de huevo, y posterior utilización de las yemas para repostería por parte de la propia bodega.

A partir de 1970 la bodega empieza a expandirse a nivel internacional y hoy en día se encuentra representada en 52 países de todo el mundo, representando el 40% de su producción total. Ha llovido mucho desde aquella primera visita que realicé a la bodega y que he tenido la suerte de repetir en varias ocasiones. Al final, la sensación de sentirte en familia, con gente cercana que vive el mundo del vino con pasión no hace más que acentuarse con cada visita a esta emblemática bodega.

En esta visita compartí compañía con algunos de los más reconocidos bloggers gastronómicos españoles y fue una experiencia muy gratificante. Manu Muga hizo de anfitrión a nuestra llegada a Haro, llevándonos directamente al restaurante Echaurren, en Ezcaray, donde pudimos disfrutar de una excelente cena a cargo de Francis Paniego. Empezamos probando el Muga Blanco 2011 elaborado con viura y un poco de malvasía. Para acompañarlo tomamos los snacks de la casa: teja de pipas y pan de aceitunas negras, sándwich de queso de Tondeluna, suero de tomate a modo de cerveza y la croqueta “que le quitaron a mi madre”, o sea, a la madre de Francis. Pasamos a las “ideas saladas” con el carpaccio de gambas sobre tartar de tomate, ajo blanco y caviar de vino de tinto. Pasamos al Muga Selección Especial 2005 que acompañamos con el espárrago blanco, con una textura de almendras y perrechicos y la hierba fresca o, en las propias palabras de Francis Paniego, comerse una pradera de alta montaña.

Los platos principales fueron un arroz cremoso con oreja en adobo y jugo untuoso, con el que ya pasamos al Prado Enea 2004. He de reconocer que este Prado Enea está magnífico, con una buena combinación de ciertas connotaciones clásicas pero con presencia de notas primarias muy interesantes de frutas negras bien maduras. ¡Me encanta este vino!. Continuamos el menú con unas láminas de bacalao con un ligero gusto de parrilla, siemprevivas y sesos de cordero y, por último, la albóndiga de la abuela sobre parmentier y trufa. Alguna añada más cayó de Prado Enea para completar el festival.  Cerramos la cena con el postre, una tosta templada con queso Cameros, manzana y helado de miel.

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Al día siguiente hicimos una visita a los nuevos viñedos de uvas blancas, con unas 80 Ha destinadas sobre todo a las variedades tradicionales de viura, malvasía y garnacha blanca. También estuvimos observando algunos de los viñedos de tempranillo en vaso más antiguos, de donde se obtiene la materia prima de los vinos Torre Muga y Aro. Disfrutamos de una mañana lluviosa y algo destemplada con unos choricillos a la brasa de sarmientos con unos buenos tragos de Muga rosado 2011 (seleccionado como uno de los mejores rosados según los usuarios de Verema) bebido en "porrón" y del cava de Muga. Nuestra siguiente parada fue la visita a la bodega de Prado Enea, con todo el encanto de las bodegas clásicas riojanas cargadas de historia, con esos cementerios y botelleros donde duermen sus vinos, vastas salas de barrica que inundan con sus aromas esas zonas silenciosas y sosegadas donde fruta y madera se afinan y pulen. Asistimos a labores de fabricación de las botas de fermentación, de las barricas destinadas a la crianza, observamos la trasiega manual de barricas a la antigua usanza, sin utilizar bombas. Isaac Muga nos mostró el proceso de clarificación con clara de huevo y hasta pudimos probar las yemas que elabora la propia bodega con las yemas que no utiliza.

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tapon-vino-mugaComimos en la propia bodega y probamos las últimas añadas de sus vinos. Tomamos Aro 2006, Torre Muga 2006 y Prado Enea 2004. Acompañamos la cata de vinos con espárragos blancos, alcachofas con jamón y chuletitas a la brasa. En esta comida tuvimos el placer de reunir las dos generaciones de Muga, acompañándonos en la comida Isacín Muga, padre de Isaac y Jorge y su sobrino Manu Muga. Como colofón, Manu se "empeñó" en que hiciéramos el gran esfuerzo, bendito sea, de catar las próximas añadas 2008 y 2009 de Torre Muga y Aro. Me impresionó especialmente el Aro 2009 y, como no podía ser menos, me llevé un bonito trofeo, un tapón de este vino firmado por el propio Isacín. Muchas gracias a toda la familia Muga por ofrecernos estos grandes placeres y, muy especialmente, por ser como son.

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  1. #1

    Josep_Gallego

    Buena crónica y acertado título, siempre un valor seguro. Gracias

  2. #2

    Moongoose

    A mi me gusto muchisimo la visita, no comimos desafortunadamente. Se me han roto las dos copas que nos entregaban en la vsita y que son las que utilizo a diario, las tenia mucho aprecio.

  3. #3

    Juanjosantos

    Grande José :)

    Hace unos meses en Riscal, ahora en Muga, siempre en los mejores lugares (para conseguir luego catas y buenas selecciones para los socios, claro está jeje) ;)

    Me ha encantado la crónica.

    Veo curioso el tema de los espárragos blancos y alcachofas con jamón.... no por nada, yo bebo vino con lo que sea pero sabemos que hay gente más estricta con los maridajes que dicen que espárragos y alcachofas (sobre todo estas últimas) que maridan fatal con casi cualquier vino y, menos aún, si es tinto...

    Yo lo que sé y lo que veo es que un gran vino, se tome con lo que se tome, siempre será un gran vino. Cuando bebes alguno de los vinos de Muga, casi siempre, lo que comas es lo de menos y lo verdaderamente importante son sus vinos y la calidad que atesoran :D

    Un saludo y gracias por la crónica.


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