Bodegas Santa Cecilia: 90 años dando a conocer el vino

Esta historia comienza hace exactamente 90 años, cuando corriendo el año 22 del siglo pasado, Pedro Santa Cecilia Muñoz abre una pequeña bodega no muy diferente a las demás de aquel Madrid que ahora parece tan lejano.

Yo me incorporo a esta historia dos años antes de que la segunda generación, encarnada por Pedro Santa Cecilia Berlinches, inaugurara el primer autoservicio del vino de la capital y probablemente de España, abriendo una senda de modernidad que sería seguida, apuntalada, reforzada y ampliada por la siguiente generación encarnada por Mayte, Pedro y Gonzalo Santa Cecilia.

Y lo hago porque inicio mi peripecia vital a muy pocos metros de esta bodega, 240 para ser exactos, en la calle Galileo que es paralela a la de Blasco de Garay, sede inamovible de este icono del barrio de Chamberí.

Innumerables fueron las veces que pasé cargando con los libros del cole por delante de ese escaparate lleno de botellas que tanto me intrigaba. Quién, quién me iba a decir a mí entonces que esas botellas, que ese líquido oscuro contenido en ellas, iba a cobrar la magnitud de la que goza ahora en mi vida.

Me hago mayor, abandono el barrio y no es hasta hace cuatro años y medio que el destino vuelve a cruzar nuestros caminos.

En esta ocasión la visito espoleada por la revolución que ha causado en mí el descubrimiento del vino y gracias a las insistentes recomendaciones de mi otra casa del vino que hacía escasamente un mes me había acogido en su regazo para guiarme e iluminarme en este camino: Verema.com.

Pionera en el acercamiento del vino al consumidor final, Bodegas Santa Cecilia me deja boquiabierta con sus ferias temáticas en las que se puede degustar de manera totalmente gratuita, una cuidada selección de referencias en base a un tema que es renovado mensualmente. Lástima que el mal uso y cierto “descaro” por parte de algunos visitantes, empujaran a la dirección de la Bodega a imponer un cánon económico, que por otro lado y dado su exiguo carácter es prácticamente simbólico, rompiendo en cierto modo aquel luminoso cauce comercio-cliente que ellos abrieron y que no he visto en ningún otro lugar.

Pero ésta no es la única actividad que promueve esta tercera generación. Cursos de cata durante todo el año, catas específicas y tremendamente cuidadas como la que muy recientemente tuvo lugar y yo tuve la desgracia de perderme: “Cata Vertical Histórica de Alíón De 1991 a 2009” Una cata que se puede denominar histórica sin miedo a la hipérbole, 95€ no es dinero cuando se habla de una oportunidad única.

Y mi favorita, los Coloquios con Bodegueros. Pocas experiencias recuerdo que me hayan marcado de tan intensa manera como la de catar los vinos de Álvaro Palacios explicados por él mismo, a menos de dos metros de distancia, emocionándome al oír el quiebro de su voz por el emotivo homenaje que a su padre rindió Mayte Santa Cecilia en su introducción.

Ésta es su historia y parte de la mía, la más lejana y la más reciente, pero si hoy estoy ante la pantalla del ordenador es para celebrar su presente y brindar por su futuro.

A la tercera generación de esta familia de emprendedores y amantes del vino no se le ocurrió otra manera de celebrar estos noventa años de historia, casi nada…, que compartirla con su razón de existir: sus clientes, sabían que no era la mejor, sino realmente la única manera de brindar a su padre un sentido y más que merecido homenaje por tantos años de lucha, en épocas de vacas gordas o de vacas flacas como estos, manteniéndose no sólo a flote sino en la cima de su sector.

El programa era tremendamente atractivo, empezaba a las 12:00 del mediodía y terminaba a las 21:00 horas. Cada dos horas cambiaba de tema y con él la bebida y la comida que se sirvió, porque durante estas nueve horas, que se dice pronto, no hubo momento en que nuestras copas no estuvieran llenas y nuestras manos no pudieran alcanzar un picoteo sabroso.

La entrada era gratuita con el único requisito de ser socio del Club Santa Cecilia sin tampoco ningún coste añadido. Lo único que se pedía a los asistentes es que respetaran el límite de dos horas en el que se habían dividido las actividades, para así dar cabida al mayor número de participantes posible. 

Nosotros llegamos a las doce del mediodía frescos e ilusionados. Éramos muy pocos todavía y rápidamente divisamos al patriarca paseándose con cara de aprobación por las diferentes mesas y pasillos en los que se ultimaban los detalles. Al poco y como una exhalación, vimos acercarse a Mayte, cuando iba a pasar de largo se paró a nuestra altura con cara de "yo os conozco de algo..." Nos presentamos y una gran sonrisa le iluminó la cara y nos agradeció efusivamente nuestra presencia.

A partir de aquel instante estuvo pendiente en todo momento de nosotros y lo primero que hizo fue acercarnos al venenciador de Tío Pepe para probar el primer caldo del día, algo tan nuestro como el Jerez, venenciado como debe ser: con arte y señorío.

Al poco vendría su hermano Pedro que se unió alegremente al grupo y accedió a posar para la posteridad de la mano de Puck ;-) Brindar no brindaríamos hasta más tarde, ellos debían reservarse, tenían más de ocho horas por delante de trabajo tras las bambalinas y atendiendo al público.

Esta primera franja horaria fue la de los "Aperitivos" donde pudimos disfrutar de:

• Mortadela trufada, salami, bresaola y queso parmigiano de la casa Negrini
• Rulos de salmón ahumado de la casa Carpier
• Fino Tío Pepe
• Vino Terras Gaudas 2011 blanco
• Vino Enate 2011 rosado

y para los irredentos amantes de la cerveza:,

• ¡Buenos cubos de cerveza Coronita! ;-)

puesto que Bodegas Santa Cecilia no es sólo un referente en el mundo del vino sino que también ofrece una extensa selección de cervezas, licores y destilados.

De hecho, es un perfecto ejemplo de la diversificación de oferta de la que se ha hablado largo y tendido en este foro, puesto que los exquisitos productos gourmets que pudimos degustar en su fiesta de aniversario, todos y cada uno de ellos pueden ser adquiridos allí.

Precisamente, nos llamó poderosamente la atención la máquina manual con la que cortaban los fiambres y embutidos italianos. Mayte nos presentó al representante de la casa importadora, Emilio Gómez Rodríguez quien nos explicó que era una máquina holandesa de principios del siglo XX, una mítica Berkel; para él sigue siendo la mejor con diferencia pues su ingenioso mecanismo de corte respeta al máximo las cualidades organolépticas del excelente embutido que estábamos degustando.

Como a pocos de los que me lean les extrañará, al poco rato cambiamos de tema de conversación con Emilio, de los embutidos y fiambres italianos al vino, y del vino en general, al vino italiano en particular. Ante nuestra manifiesta ignorancia sobre la materia, Emilio tuvo la gentileza de acompañarnos a los pasillos de la tienda donde se puede encontrar una sorprendente por lo variada, cantidad de referencias de este país y nos fue indicando las marcas y añadas que no podíamos dejar de probar, una ya se vino con nosotros el mismo día y caerán más, sin duda.

Parecía que acabábamos de entrar cuando por megafonía se anuncia el fin de la primera parte de la fiesta y se ruega diligencia en la salida para que quienes tenían reservada plaza para la segunda pudieran acceder. El intercambio se produjo con total fluidez y mientras se realizaba, el personal de Santa Cecilia se afanaba por cambiar mesas, traer cajas, guardar botellas, todo con una cuidadísima coordinación que casi se asemejaba a una coreografía.

En la siguiente sesión que ellos denominaron "A Los Fogones" nos ofrecerían:

• Carrilleras de Cerdo en Salsa y Arroz Negro de la marca Just Married: Ambos platos fueron preparados allí mismo y creedme si os digo que era la mesa en la que se formaron las mayores colas ;-)

El acompañamiento fue de lujo creciente:

• Vino Santa Cecilia Crianza 2009
• Chivite Finca Retuerta Syrah 2010
• Contino Reserva 2006
• Pago de Carraovejas 2009
• Roda I Reserva 2006

y mi vino especial, el vino del que ya hablé hace un año y apunté sus buenas maneras que se vieron totalmente cumplidas, el gran

• Clio 2009

No es éste el lugar ni el momento de extenderme con catas detalladas más o menos inspiradas sobre estos vinos ya sobradamente conocidos, pero no puedo ni debo evitar destacar la fuerza de la fruta madura en el Chivite, la fineza y sutileza del Pago de Carraovejas, el señorío, potencia y elegancia del Roda I, pero ¡ay, el Clío! ¡Ay mi Clío!

Tardó en abrirse, jugó al escondite durante una hora más o menos, pero cuando por fin se descubrió, nos cubrió con un manto de fruta negra compotada, de especia picante y dulce, de tostados de café, de brisa fresca de montaña, musculatura y donaire, clase y potencia...

Nos gustó tanto que no dudamos en señalarlo como el elegido, el deseado, el que sin duda se merecía el brindis del día, por lo que solicitamos a Mayte que llamara a Pedro, éra el momento y éra el vino con el que teníamos que alzar nuestras copas para que la magia del momento produjera la alquimia necesaria para que nuestro deseo de volvernos a encontrar en el mismo lugar dentro de diez años se hiciera realidad. No tengo la menor duda de que así será.

Se acercaban las cuatro, teníamos que marcharnos... No puedo terminar esta crónica sin hacer mención al ingente trabajo que llevó a cabo el personal de Bodegas Santa Cecilia quienes montando mesas, sirviendo copas, colocando y retirando bandejas, no perdieron en ningún momento la sonrisa. Tuvo que ser un día especialmente duro pero no se mostró en sus caras.

Nos vamos sin hacer ruido, sin querer molestar, bastante atención y cuidado habíamos recibido. Nos vamos con sensación de calor en el pecho, de alegría por una familia pero sobre todo por un hombre, que modernizó la idea de su padre y la cedió a sus hijos para que a su vez la adaptaran a los nuevos tiempos, un hombre que levantó con humildad algo grande y que al recordarlo traía lágrimas a los ojos de su  hija:

... Nunca nos obligó a estar aquí, era nuestra casa pero éramos libres de elegir nuestros propios caminos. Yo lo hice, hice otros estudios, pero al final volví aquí porque me di cuenta de que el vino es mi vida y porque trabajar por y para él me hace feliz. 

Lo mismo ha ocurrido con mis dos hermanos, Pedro y, recientemente Gonzalo. Ahora estamos los tres juntos, en esta casa que más que nunca es nuestra casa pero es vuestra casa también...

Va por usted, Don Pedro:

Se le ve feliz ¿verdad?

Ahora os dejo con el resto de las actividades programadas a las que no pudimos asistir y una selección de fotos, las que son posteriores a nuestra salida las he obtenido gracias a la gentileza de Mayte que me las ha facilitado para que este post de homenaje quede perfectamente ilustrado.

Si venís por Madrid, ya sabéis que si os gusta el vino, se aloja en Santa Cecilia.

De 16:00 a 19:00 Cocktails + azúcar: 

Degustación de cocktails elaborados en directo por Premium Bar con destilados de la casa Möet Chandon: Belvedere, Hennessy V.S. y con la ginebra Tanqueray Ten. Todo ello acompañado de diversos dulces.

 

De 19:00 a 21:00 horas Soplamos Velas

Miniblack Rosé de Freixenet al ritmo de música de Jazz en directo con el mejor jamón ibérico Carrasco y una tabla de quesos de Quesarte como consortes. Toda la familia Santa Cecilia se une para este brindis.

 

Emilio Gómez Rodríguez de Negrini dándonos las primeras lecciones sobre vino italiano

 

Mesa de Roda I y Pago de Carrovejas

 

Ambiente a mediodía

 

Carrilleras y Arroz Negro al fondo: la mesa más concurrida

 

Los medios también se hicieron eco

 

Brindando a pares por el 90 aniversario :-)

 

 

Hasta dentro de 10 años