Al parecer Marisa Cuomo es una productora de culto en la zona de la Costa Amalfitana. Sólo elabora tres mil botellas al año de este peculiar blanco, cuyas cepas están plantadas en los escarpados e inaccesibles acantilados cerca del mar. Sus vinos se venden por pequeños cupos y no son fáciles de encontrar.
Precioso dorado intenso, limpio, brillante y glicérico.
Enorme nariz que no hace sino ir creciendo según vamos aireándolo. Jazmines, uva blanca, orejones, notas cítricas, almendra tostada, un deje yodado, musgo y sal marina. A veces recuerda a un moscatel y otras a un blanco de crianza oxidativa.
En boca habríamos pensado que nos íbamos a encontrar con algo mucho más dulce, lo cual es un error, ya que es extremadamente seco. Corpulento pero no cargante, con mucha acidez y una madera muy comedida. Alcohol poco persistente. Punzante pero muy redondo. Flores, fruta carnosa, limones verdes, algas, miel, mineralidad...
Final secante, perfumado y de intensidad media.
El sur de Italia es una pasada, he probado vinos con una frescura y una personalidad envidiables. En particular, este Fiorduva me parece que tiene un carácter único, es muy complejo y nada es lo que parece. Muy bueno.