Y dura, y dura

Un vino riojano que ya nació para durar, de una de las mejores (y más largas) cosechas de la historia de los vinos españoles  y a fé que lo han conseguido porque poder celebrar sus 50 años no es tarea fácil.

La botella casi no tenía pérdidas y su color aevidencia su edad quedando un elegante atejado de menisco anaranjado como su etiqueta (¿premeditación?), ya su capa es baja pero se mantiene brillante, con algo de sedimentos.

En nariz necesita tiempo para alejar esa sensación de desván y flor amrchita y pasar a mostrar lo que le queda de aromas de fruta roja madura, algo de especias y tostados; ojo que se acaba rápido.

En boca matiene acidez, queda fruta madura, buenos taninos y especias; todo ello con buen equilibrio de un  gran señor bien envejecido.

Un placer poder probarlo 59 años depués y eso entra en su valor.

 

 

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