Un mito del Empordá

Región de gran belleza paisajística y riqueza natural, como lo es esta joya de la naturaleza, arrancada de la tierra por unas raíces profundas y que ofrecen sus frutos en forma de un rendimiento inferior a los 3/4 kg. por cepa.

Notable e intenso color rojo granate oscuro, de ribete violáceo, bien cubierto y de capa alta, su lágrima más que densa, voluputuosa e incluso logra tintar la copa a su paso.

Apreciables fondos balsámicos, pero sobretodo destacan las notas de la fruta de baya negra del bosque entremezcladas con los torrefactos propios de la crianza en madera como los tostados, café, pimientas, vainillas,

Notas de sobremaduración y confitura, hollejos en maceración, y aunque su tanino pronunciado y potente, tiene una gran rugosidad en su contacto con el paladar, yo diría que es fruto de la extracción de las cepas viejas, ese carácter leñoso propio de la cariñena, con sabor a regaliz. De entrada amplia, y sedosa, el tanino ha agradecido su paso por la barrica en el tiempo, siendo pulido y sabrosos el resultado.
El final es secante y fuerte, incluso ligeramente amargo en el retrogusto, de sabor fuerte, de ahí su persistencia y caudalia.

Es un gran vino, para beber con pausas y lentitud, hay que disfrutarlo, observar como cede a la oxigenación,

  1. #1

    Karlvin

    "Ese carácter leñoso propio de la cariñena"???

    No lleva cariñena! :-(

    Saludos

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