Desde el principio es impresionante. Es grande, enorme. Salen los aromas terciarios, una madera noble y especiada. Surge el torrefacto, el clavo y la pimienta. De forma suave pasa a la fruta madura, al dulzor de la madera, es puro balsamo, mentol, caja de puros, monte bajo y cuero fino. Le damos tiempo y el vino se muestra lleno de aromas complejos sin por ello tapar la fruta (que por fin se muestra) lanzando chispas de frescura y golosidad, fruta de tonos tostados, humo, canela, dulce de leche y café.
En boca es más fresco (memos mal) surge la acidez. El tanino es todavia algo rugoso, si bien el vino esta para beber, esta maduro. Con paciencia limara esas pequeñas aristas para dar paso a un vino complaciente, elegante, que sabe moverse a la perfección en una gran mesa o en otra más desenfada. La boca se llena de todo lo descrito en nariz, si cabe con una sensación más frutal, que probablemente sea lo único que pueda echarle en falta. Te espero en invierno ataviado de un buen chuletón y poder pedir perdón por ser tan feliz.
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