¡Se equivoca, jefe, no soy negro!

Color oscuro de rosado, casi tinto, con reflejos violáceos.

La confitura de frambuesa parece coparlo todo en este vino, pero ofrece cosas propias de su extrañeza, como un toque metálico de lata de mejillón, que está presente durante un buen rato, y flores olorosas junto a un ineludible alcohol (quince grados tiene mi amor).

En boca tiene cuerpo, y sin embargo, frescura. La confitura está presente, paso dulce, pero también, su acidez. Muy rico y largo.

Es diferente, una diferencia que en su día me dejó fuera de juego, y que ahora, lleva ya un par de años conquistándome.

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