Sí, sí, Muga. Sí, sí, 28 meses de roble.

A la vista se presenta con un color cereza picota con menisco granate “atejándose”. Lagrimea con grosura y profusión, tintando la copa.

En nariz es de intensidad media-alta y gran complejidad. Golpe inicial de bosque umbrío, que se disipa pronto para dar entrada a aromas licorosos, licor de guindas. Y luego vienen las frutas maduronas, negras y rojas. Y llegan los aromas de crianza, las vainillas, las pimientas negras, el tabaco rubio, el café… Pero finos, agradables, nada de “maderaza”, son aromas refinados, elegantes. De fondo, los balsámicos.

En boca es carnoso, esbelto, acariciante. La fruta está ahí desde el primer momento. Al paso es esférico, ambicioso, expansivo. Pero siguiendo la línea de la nariz, es distinguido, sutil. Muy buena conjugación de potencias, mide muy bien sus fuerzas. Parece que tiene más, pero que emplea lo que necesita. queda acidez "pa más". Y, lo que les da el tiempo, la crianza y la guarda a los buenos vinos: equilibrio, estructura, moderación…

Notable longitud.

Una sorpresa, mis personales anclajes, mis ideas apriorísticas, no me auguraban este disfrute ni mucho menos. Una buena lección. Tomo nota y asiento con la cabeza.

Cuando veo en la etiqueta que lleva 28 meses de barrica me parece inaudito.

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