Vino licoroso de Burdeos

Color dorado muy limpio.
Aromáticamente tarda un poco en abrirse. Se perciben notas florales, de membrillo, confitura de pera, y de tarte tatin.
En boca es medianamente dulce, con sabor agradable, sin ser muy complejo. En el retrogusto se percibe una nota ligeramente amarga que lo hace interesante. Mucho menos dulce que los moscateles de Valencia o de Málaga, o que los late harvest que se elaboran en Chile, Argentina o California.
Puede servirse con quesos azules, foie, o incluso con algún pescado, o faisan, en salsa cremosa, como aquellos platillos que aparecen en los libros de Auguste Escoffier, napados con bechamel.
Es un vino interesante, distinto a lo que estamos acostumbrados en América o España, pero que merece la pena probarlo.
No puntúo, pues no estoy familiarizado con este tipo de vinos dulces pero no tan dulces, y no tengo punto de comparación.

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