Garnacha sin disfraces

Rojo rubí, ribete rojizo, capa media-baja.
Vino intenso en nariz, limpio, profundo, primario y varietal. Notas florales, una preciosa gama frutal, fresa, cereza, un mínimo tamiz especiado y balsámico, un fondo mineral evidente de los suelos graníticos, monte bajo, tabaco de pipa, chocolate negro, ahumados. Pero destaca siempre su pureza frutal y mineral.
En boca es redondo y equilibrado, tiene acidez, es muy fresco, de paso elegante y final encantadoramente frutal, dejando en el posgusto los recuerdos minerales y especiados, con un tanino fino y perfectamente integrado que denota un magnífico trabajo con la madera. Buena persistencia.
Llevamos diciendo desde hace tiempo que las garnachas nacionales que más nos están gustando provienen de estas estibaciones graníticas de la Sierra de Gredos y lo cierto es que esta es una de las mejores, una vuelta de tuerca a la calidad de los vinos de Madrid, una garnacha fresca y mineral que nos ha encantado por su pureza y delineación. Unos 25 euros, buena RCP. De lo mejor en tintos nacionales que hemos probado últimamente.

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