Explorando nuevos caminos

“¡Pide un deseo!”.

Con una provocación tan directa nos sorprende la etiqueta de este blanco fermentado en barrica. No pensemos en nada al uso. Un coupage de viura, malvasía y garnacha blanca presentado con mucho gusto. Además, tenemos ventaja al conocer la bodega y disfrutar de una charla muy interesante con su propietario sobre las ideas de sus vinos.

Fundamental: airear y expandir. La madera escondida necesita un respiro. Asoman entre amarillos muy brillantes aromas de flores blancas medicinales, panadería, ralladura de naranja, vainilla, polvorones con canela… Despacio y con calma pues necesita tiempo, eso que nunca sobra, para que exprese su plenitud. Después, en boca y bien aireado, grandísima acidez, entrada untuosa, trago largo, amplio y envolvente, que termina, como dice el compañero, con un suave reflejo de caramelo de limón, artesano, hondo, antiguo. No es un vino a la manera actual, quizá complicado para muchos paladares. La dictadura del mercado.

Lo combinamos con raviolis de manzana y cebolla caramelizada, tortilla de patata al dente y ¡sí, callos en receta tradicional! ¡Ahí queda eso! Poderoso y expresivo, salió airoso del envite para descubrir agradecido su mayor secreto, ese que los alemanes llaman ¡diamantes de vino! Un deseo concedido.

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