Entre dos maravillosos mundos

Rojo rubí, ribete rojizo, capa media-alta.

Nariz de buena intensidad, cambiante en copa, que en un principio se muestra más terciaria aunque con continuas evoluciones. Notas de frutas muy maduras, especias, canela, clavo, maderas nobles, balsámicos, tonos animales, carne de caza, piel curtida, tabaco de pipa, caja de puros, ligeros ahumados, minerales de grafito. En fin, una maravilla que no para de cambiar aromáticas dentro de la complejidad.

En boca se muestra joven, pero ya un poco cambiante, como en una fase entre dos mundos, el de la juventud y el de la madurez. El vino tiene acidez y estructura como para seguir evolucionando durante décadas, es redondo, delicioso y elegante en el final tras el que nos deja recuerdos de frutas maduras y especias, con un tanino firme pero maravillosamente integrado. Gran persistencia.

Grandísimo vino. No vamos a descubrir América comentando la clase de este productor contrastada a través de los siglos. Magnífica añada en la zona y un vino que está comenzando a cambiar y a pasar a una preciosa fase de madurez que durará algún decenio más. No sabemos si volveremos a probarlo, peso esta botella la disfrutamos mucho. Suerte que tenemos que contar con amigos con los que compartimos estas cosas. ¡Gracias, Jaime!

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