Nueva botella de este soberbio Valpolicella que nos muestra bien a las claras el estilo de su progenitor, el gran Giuseppe Quintarelli. Vino muy clásico en sus formas, de compleja aromática en la que predominan más los toques minerales, térreos y especiados que los frutales, más orientados a las frutas pasas. En la boca es encantador por su clasicismo, por su buena acidez, por su redondez y por su marcado carácter tánico siempre noble e perfectamente integrado, dejando una gran longitud en el final.
Así pues nos encontramos ante todo un caballero, ante todo un clásico que nunca falla, ante un vino de marcado carácter tradicional y de largo recorrido. No llega al nivel del 99, pero mantiene la calidad esperada. Unos 50 euros, precio correcto para su nivel.

Rojo rubí, ribete atejado, capa media.
En nariz se muestra en principio cerrado y algo sucio. Al decantador. Cuatro horas después comienza el espectáculo: frutas muy maduras, cerezas en licor, pimienta negra, toques ahumados, hierbas aromáticas y balsámicas, trazas minerales de grafito, café en grano, chocolate negro. Mucha complejidad y expresión, pero siempre tras varias horas de aire.
En boca es un vino encantador, de alma clásica. Rico y pleno, con una soberbia acidez, estructurado, elegante, largo y persistente. Final de gran recuerdo con toques finales frutales, especiados y balsámicos. Tanino firme pero perfectamente integrado, al igual que el alcohol. Invita a seguir bebiendo.
Este vino es todo un clásico del mejor elaborador del Véneto y una de las leyendas vínicas de Italia. Supera en calidad a muchos Amarones y es la referencia entre los de su especie con permiso de Dal Forno, mucho más moderno de estilo pero igualmente excepcional. Nos gustó menos que el 99 pero mantiene un nivel muy elevado. Difícil beber mejor por 50 euros. Fantástico.