La cumbre de la gamay

Rojo rubí, ribete rojizo, capa media.
Nariz de media intensidad, profunda y ante todo muy perfumada. Toques florales, frutas rojas, cerezas. Con el aire van apareciendo las notas especiadas y balsámicas con trazas herbáceas. Recuerdos de chocolate negro y ligeros atisbos minerales. Siempre mostrando su lado fragante y primario, es pura fruta.
En boca es una delicia por su frescura y ligereza, no se notan nada sus 14 grados. La acidez siempre destaca y el paso es firme y a la vez grácil, redondo y frutal. Quedan al final los recuerdos especiados y minerales, con un tanino fino y perfectamente integrado, se puede beber muy bien ahora.
Nos encontramos ante la obra cumbre del gran Marcel Lapierre, con la mejor gamay, con un vino que a ciegas por su enorme prestancia y seriedad nos puede llevar a la mismísima Borgoña. La quintaesencia del Beaujolais y un vino muy gastronómico. Son 30 euros, pero merece la pena.

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