A la vista presenta un color picota, con una capa alta, bordes, ribetes y destellos donde aún predomina el color violáceo. Una buena lágrima.
En la nariz presenta una intensidad de media a media-alta, con la fruta de tipo madura y los detalles de la madera, como son los tostados.
Al paso por la boca, pasa bien, pero sin demasiado cuerpo, con los taninos presentes pero están domados, al final no me ha aparecido una buena conjunción entre todos sus componentes.
Etiqueta típica de este vino, que puede gustar o no, pero le hace inconfundible.
Comentario:
La primera noticia de este vino, me aparece cuando una persona cercana, me comenta que ha descubierto lo excelente que está este vino del año 2006, del cual no tenía noticias y me pregunta mi parecer, debiendo confesar mi ignorancia al respecto.
Posteriormente, adquirí varias botellas del año 2006 y me parecieron extraordinarias, dentro de un tipo de vino especial, con su concentración y que se puede denominar de muchas formas, pero no de beber fácil.
Posteriormente he probado está añada del año 2008, en la localidad Villafranca del Bierzo, hace como un año y medio y no me gustó en demasía y achaque las sensaciones, a un mal día o a una falta de botella.
Tras la cata de esta botella, de la cual guardo otra botella de la misma añada, creo que es su nivel sensiblemente inferior, en mi modesto criterio, a del año 2006, sobre todo a nivel de la fase de boca.
Por mis noticias, sé que esta bodega elaborará unos grandes vinos, por tanto quedo a la espera de catar, con gran expectación nuevos vinos, en especial el nuevo Piyama de serie más inferior, que creo que hace poco, han sacado al mercado.