Ambarino oscuro, destellos caoba.

Nariz de gran intensidad y mayor complejidad. El alcohol está perfectamente integrado como corresponde en un viejo Oporto y nos da notas de frutos secos, avellanas, maderas viejas, fruta escarchada, especias orientales, ahumados, ligeros balsámicos, tabaco de pipa, caramelo líquido, barnices. En fin, un complejísimo amalgama aromático que sorprende y enamora por su brutal complejidad.

En boca es una delicia, un vino armónico, redondo, elegantísimo, al que los años le han otorgado ese equilibrio que cuando alcanzan estos vinos les hacen ser legendarios. Pleno de sabor, contundente en el paso y eterno en el final tras el que nos quedan de nuevo las sensaciones ahumadas, de frutos secos y de caramelo. Persistente y duradero, invita a seguir bebiendo sorbo a sorbo, siempre en pequeñas cantidades.

Tremendo vinazo. Los tawnys son vinos que, como casi todos los Oportos, necesitan de muchos años para integrar alcohol y mostrar equilibrio y grandeza, algo que se consigue con los de 30 y 40 años. Casa Santa Eufemia no está quizá entre los mejores productores de la zona, pero siempre ofrece una buena calidad, al menos en estos vinos. Unos 120 euros, los vale desde el primero hasta el último. Para meditar.