El festín de los sentidos.

Buen vino que nos da un recital de sensaciones de todo tipo que debemos aprender a valorar.
Vista:
Para empezar se presenta en una botella original que huye de la linea plana en busca de la promoción del diseño y del arte. Etiqueta diseñada en este caso por Cari Roig, con belleza de colores y llamativa. Nos aporta un valor añadido este Arte que desprende y que compensa quizás cierta falta de información en la contraetiqueta.
De color rojo picota en copa con ribetes violaceos. De capa media y brillante. Lágrima en principio timida que aparece en más abundancia con más temperatura y confianza.
Olfato:
En nariz de primeras aparece fruta negra, luego predominan especiados y regaliz, para acabar con ahumados y cuero. Amplio espectro de aromas aunque de corto recorrido.
Gusto:
En boca entrada amplia. Maderas que proporcionan un final amargo y duradero, compañero del paladar. No muestra en boca la misma variedad que en nariz ya que no aparecen tan presentes los toques dulzones de la fruta.
Tacto:
Se muestra astringente pero atractivo, característica de su juventud. Seguro que mejora con un poco más de tiempo en guarda.
Oído:
La buena compañia es la mejor acompañante, tanto gastronómica como personal. Aunque en este caso cada uno deberá ya buscarsela.

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