No es mi tipo

Hace tiempo los vinos rosados tenían mala fama portque se decía de ellos que no eran ni blancos ni tintos. ültimamente, sin embargo, los rosados están disfrutando de sus mejores momentos por ellos mismos, desde aquel día en que a alguien le salió un tinto "clarete" por un error en las cuentas de los tiempos de maceración, y lo que le salió le gustó al probarlo. Sin embargo, este éxtito repentino ha traído también el exceso, y el Pricum Barrica es en mi opinion un ejemplo de ello.

Para empezar, un vino rosado caro, y eso levanta expectativas, que como sismpre, suelen traer malas consecuencias.

Desde la botella ya se aprecia su oscuridad, no diré que he visto tintos más claros, pero la idea se me puso en la cabeza al verlo. Intenso en nariz, con los picos alcohólicos que suelen tener los tintos recién abiertos, antes de que se diluya en el aire. Al beberlo sorprende la acidez (me pareció mucha), y una densidad que yo no conocía (si no recuerdo mal es el primer rosado con barrica que tomo) Percibí una ligera aspereza que no me gustó y que me hizo enfriarlo un poco más. Durante la comida se mostró discreto, trago tras trago, pero sin dejar de recordarme a cada uno de ellos que tenía madera, lo cual, debo decir, no me permitió estar en paz con él.

No es blanco, ni es tinto, pero en este caso lo que para otro es una ventaja para este es una pretensión de ser lo que no es. Supongo que su hermano sin barrica se ajustará mejor a mis gustos, porque aquí me ha parecido que la última pincelada que se le ha dado al cuadro para mejorarlo, simplemente le ha quitado la frescura de su joven naturalidad, a golpe de leño y eso, además de parecerme un error, me ha entristecido.

Cuestión de gustos, nada más. Si me hubiera costado la mitad, no le habría dedicado tanto tiempo en esta cata, y habría sido una grata experiencia.

Soy capaz de apreciar su originalidad, su carácter experimental y de apuesta arriesgada, pero para mí ha sido un vino que, siendo sin duda rico y refrescante, ha pasado directamente al estante de los vinos que vienen a mi vida, y se van para no volver.

Precio: 9 €