Tridimensional

Dorado limpio y brillante.

Nariz de media intensidad, pero de una profundidad que sencillamente enamora. Aparecen los consabidos toques frutales, florales, herbáceos, minerales, los ahumados y especiados, los balsámicos, los cítricos y los lácteos, pero todo perfectamente conjuntado en una paleta cambiante y llena de múltiples sensaciones. Es esa aromática que indudablemente nos transmite grandeza pese a la juventud del vino.

En boca es sencillamente salvaje, un vino masculino, tridimensional, con una tremenda acidez que forma su esqueleto a la que añadimos un cuerpo graso y a la vez musculoso, que deja su huella en el paso y un recuerdo interminable en el final, tras el que nos quedan sensaciones minerales, frutales y ahumadas. Persistente y duradero. Fantástico.

Buff, esto son palabras mayores, el Chevalier de Niellon es sin duda uno de los grandes blancos de Borgoña y por ende, mundiales. De esas 0,22 has que posee el productor en el Grand Cru sale un vino masculino, opulento, poderoso, necesitado de guarda, pero brutalmente equilibrado, complejo y profundo, uno de esos pocos vinos que llevan la palabra grandeza adjunta. ¿El precio? Alto, es un vino para probar entre varios (tal y como hicimos), pero desde luego que merece la pena y comparado con otros similares…más todavía.

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