Y luego te deja en suspenso. Te pide su oprecio y tú lo pagas y te dejas llevar por sus promesas. Cuando al fin estás con él y le pides lo que es tuyo te abruma desde el principio, pero no cambia, sigue siendo igual cuando avanzan las manecillas del reloj, te das cuenta de que es el mismo que era al principio, pero que tú ya te has acostumbrado a él, y lo que al inicio te fascinaba, después ya no es lo mismo. Lo disfrutas, sí, pero te deja vacío. No es lo que tú buscas en un amor duradero.
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