De color rubí rojizo de capa media, claro, brillante, límpido, translúcido. Reflejos grandinos y anaranjados, luminoso. Borde amplio, atejado. Potente, abierto.
Un mandoble de capas y capas de madera tostada, ahumados, especias dulces (vainilla, nuez moscada), mondaduras de naranja y frutos en licor. Va sacando cueros, cuadra, tabaco inglés, etc. Tan correcto como aburrido y falto de emoción.
En boca es redondito, suave, avainillado y muy muy justo de acidez. Da la impresión de cierta sobremaduración de la fruta, licorosa, que se funde a un dulcedumbre que lo acaba envolviendo todo. Confitado, con cierta pesadez después de unas copas. Corto.
Conjunto resuelto, excesivamente previsible pero ordenado, sin defectos. Todo en su sitio pero lastrado por la indefinición y una total falta de futuro. Un Castillo Ygay venido a menos, a medio camino de todo, que seguro que gustará a quien se aproxime a él por primera vez pero que palidece ante el recuerdo de lo que llegó a ser esta mítica marca riojana. Un vino como este no merecería ni la etiqueta de reserva de Murrieta de principio de los 80. Ahora pasa por ser un referente de Rioja y la bodega no para de subir precios. Hete aquí el Retablo de las Maravillas, el nuevo filón de la tontunada que cosecha a cosecha representa un afrentoso sainete de contubernios de críticos, prescriptores y de la propia bodega. Da risa? No, pena!!!
Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2013/11/castillo-ygay-1998-gran-reserva-especial.html