Inmejorable momento de consumo: juventud a raudales

Visual: rojo cereza claro, capa media-baja, ribete transparente-cereza con atisbos atejados, limpio, muy buena lágrima, bastante densa y abundante. Menos evolucionado que la botella de Ardanza que probé hace ya meses.

Nariz: Fantástica, fruta roja, maderas finas, un toque sutil de cuero, mueble viejo y desván que va desapareciendo con la aireación, muchas especias, regaliz, trufa, clavo y balsámicos-mentolados. Sutilísimas notas oxidativas típicas de Riojas clásicos de larga crianza y guarda. Nariz clásica excepcional que no defrauda y que, en la misma comida, se COME literalmente a un también formidable Barón de Chirel Reserva 1994 aireado 5-6 horas antes.

Boca: entrada suave, sedosa, ligera pero golosa a la vez, mucha fruta y acidez, taninos dulces e integrados, vino con una estructura fuera de lo normal (que contrasta con su color que podría conducir a pensar, erróneamente, en una falta de estructura y mucha livianez). Paso por boca fantástico y final muy largo con un postgusto y retronasal maravillosas.

Un vinazo. Podrá gustar más o menos este estilo clásico riojano, pero sin duda, es un vinazo con muy larga vida por delante (aún sé de gente bebiendo Ardanzas del 70 en buenas condiciones).

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