Un barolazo que deja huella

Rojo picota con ribete algo anaranjado y lágrima densa, lenta y ordenada. Capa media-alta. Limpio y con brillo. El corcho desmerece un poco, pero eso es algo que me ocurre a menudo con los vinos del Piamonte.
Nariz intensa con multitud de aromas: pétalos de rosa, cerezas, grosellas, monte bajo, pimienta, pimiento rojo, caja de cerillas, nuez moscada, sangre y tonos animales.
En boca mantiene un perfume frutal y floral enorme. Detectamos además de esas notas primarias, maderas húmedas, cueros, toques animales, carne cruda y mucha mineralidad. La acidez es brutal y el alcohol no se muestra tan presente como en otras añadas.
Postgusto largo, fragante y especiado.
Un magnífico vino con todas esas cosas ricas de los grandes barolos. El abanico es inmenso, evoluciona en copa de maravilla y cada sorbo es mejor que el anterior. Profundo, completo e intenso.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar