Un "crianza" de 23 meses

Cuando hablamos de un vino de "crianza" no es normal que pensemos que ésta pueda ser tan larga; y si decimos que un vino tiene una crianza de 23 meses de barrica seguro que asociamos esa "crianza" a la de un "reserva"; quizás por eso pienso que en el nombre de este vino sobra el témino crianza ya que, al menos es mi opinión, esa palabra no le hace justicia. Y dicho esto, vamos a la cata del vino.
Vista: Tiene un color rojo picota de ribete granate, algo velado, joven, limpio, brillante, de densa lágrima que arrastra poco color. Su capa es media-alta.
Nariz: Necesita airearse para que se manifieste plenamente. Al principio es de media intensidad, franco, complejo, tímido, con predominio de los aromas de la crianza con tostados, cuero viejo, notas animales; se aprecian toques minerales, pimienta negra y notas licorosas que acompañan a la fruta negra. Cuando se abre se incrementa notablemente el recuerdo de la fruta madura y destacan las notas licorosas, los torrefactos y aparece alguna nota de violeta.
Boca: Tiene una buena entrada, de media intensidad al principio que según se aposenta en el paladar se abre con notable amplitud, es seco, estructurado, de gran carga tánica, cálido, tostado, de estupenda acidez, especiado y muy largo.
Un vino que aún está por desarrollar lo mejor de sí mismo.
Su precio ronda los 17 euros

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