Un blanco de Rioja a la altura de los tintos de la bodega

Juan Carlos López de Lacalle es un enólogo honesto y fiel a sus principios. Le preocupa especialmente mostrar la autenticidad de las variedades autóctonas con las que trabaja. En este caso, consigue un gran vino de viura de viñedos muy antiguos (más de 50 años) donde la fermentación en barrica nueva le ofrece un toque de sobriedad y la crianza en acero inoxidable durante dos años en sus lías le aporta una untuosidad difícilmente reconocible en otros vinos blancos de la zona. En nariz es bastante complejo, con notas cítricas, recuerdos florales y de fruta blanca. A pesar de tratarse de una añada calurosa, el vino se muestra enormemente fresco en boca, fruto de una acidez envidiable, combinándose sin embargo con una gran densidad y cremosidad que le dan una gran sensación de amplitud y de cuerpo.