Dos años después vuelvo a probar esta botella que me resulto fantástica. Ya no está en las misma condiciones y a pesar de que el color comienza a estar turbio, en nariz una oleada cambiante y agradable de frutos dulces y cueros va invadiendo las fosas nasales. Y en boca se le notaban más algunos tonos dulces, pero conserva una acidez extraordinaria y una gran untuosidad y frescura. Ciertamente no se puede esperar a beberlo mucho más tiempo, porque ya ha pasado su punto álgido, pero vuelvo a disfrutar de este vino.
Procedente de una viña de más de 80 años plantada en la parte sur de Clos de Beze. Un grand cru de color rubi claro de capa media. En náriz aromas muy complejos que recuerdan a violetas, cerezas, moras...una profundidad aromática envolvente. Una náriz cambiante y extraordinaria. En boca suave de entrada pero se nota un poderío con unos taninos y una acidez extraordinaria. Un vino seductor, elegante, untuoso, pero con una frescura exquisita y una finura rara en un año, como este 2000. Tiene un final que te queda largo tiempo su recuerdo. Gran, gran vino de Borgoña.
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