Los de Vietti son vinos más o menos difíciles de conseguir, y son muy apreciados no sólo por su calidad sino porque Luca Corrado nunca se ha andado por las ramas: afirma sin temor a críticas pendejas que sabe hacer barolos "modernos", como su Lazzarito; y también "clásicos". Como este Rocche.
Complejo, fragante, con notas de eucalipto, hongos, una fruta roja elegante (frambuesas), violetas, piel de cítricos, regaliz, alquitrán, tierra húmeda, la misma templanza discurre en el paladar con notable balance, frescura y suprema integración de una fruta dulce y pura con una estructura tan sedosa que empieza a adelgazarse, pero que todavía sostiene el vino con decisión. Este no es un nebbiolo que gane empuje en su avance, pero tampoco pierde ni un ápice de interés ni de tensión. Si mis dos lectores aprecian el barolo de corte clásico, entonces tienen que encontrar y tener este Rocche.