La infinita complejidad que otorga el paso del tiempo

Visual, de hermoso color ámbar, con reflejos yodados, transparente y limpio, lleno de luz, con lágrima densa, glicérica, lenta, que se pasea sin prisas por el interior de la copa.

La nariz es intensa, inmensa, rebosante de aromas y detalles, plena de contrapuntos. Para afinar los sentidos y dejarse llevar por una complejidad maravillosa... Por un lado, punzante, salina, fresca, con el aroma del mar y la brea de fondo. Por otra parte, profunda y cálida, con recuerdos de nueces, de cáscara de frutos secos, de avellanas, con notas dulces de brandy, algo licorosa. Embaucadora desde el primer momento, cautivadora con el paso de los minutos. Surgen apuntes de licor de café, de cáscara de naranja confitada, de praliné... pero siempre con el mar de fondo, sin perder los aromas salinos y refrescantes de marisma.

La boca es cremosa, grasa, con una textura delicada y amable. Es punzante, salina a la vez que cálida y dulce. Amplio. Con un final eterno de frutos secos y notas salinas. Con cuerpo e intensidad, pero la vez cargada de sutilezas, complejidad y equilibrio.

En cada sorbo de este vino, hay un pedazo de historia. Cargado de detalles infinitos, es un vino para maridar con la calma y la contemplación.

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