Amarillo dorado limpio y brillante.
Nariz de media intensidad, de gran limpieza, franqueza y carácter varietal. Nos ofrece las intrínsecas notas florales, fruta blanca fresca, algo de fruta tropical, toques cítricos de limón y pomelo, un cierto recuerdo mineral y un mínimo amalgama de hidrocarburos que denotan su noble procedencia.
En boca está fantástico ofreciendo un sensacional equilibrio entre frescura y prestancia. Dotado de una fantástica, vibrante y definida acidez, su paso es pura seda siendo sabroso y amplio en el final donde nos quedan recuerdos cítricos y minerales con esa fruta blanca siempre presente. Te lo terminas antes que la comida. Suele pasar con estos vinos.
Estamos ante un vino básico de un elaborador que no estando entre los más conocidos del Palatinado, hay que reconocer que ofrece unos productos de lo más personal tanto en la definición varietal como en la del terruño. Un elaborador francamente interesante. Unos 14 euros, estos vinos son un regalo para el nivel que ofrecen.

Esta vez los hidrocarburos llenaban la copa, las flores y las notas minerales se entremezclaban con la fruta con hueso fresca -níspero-. La acidez marcaba un desarrollo excelente con un recorrido largo, cremoso, tacto parafinado.

Efectivamente, a la anterior botella le faltaba la guarda que tan solo seis meses han mejorado el conjunto.

Amarillo dorado brillante.
Nariz de buena intensidad con predominio de la fruta tropical -guayaba y piña-, leves notas minerales, miel tostada y azúcar de caña.
En boca brilla su acidez, su recorrido, el excelente equilibrio entre las notas minerales y la fruta y su tacto sedoso.
Aun así, la nariz es bastante sencilla y está falta de esos hidrocarburos que tanto me gustan. Tal vez algo de más de botella le siente bien.