Dorado pálido brillante, ligera presencia carbónica.
Aromas de media intensidad, con todo el carácter varietal y esa nota de terruño intrínseca de los riesling del Mosela. Muy limpio de registros, nos da notas florales, fruta blanca fresca como pera o manzana, toques cítricos de limón y pomelo y ese inconfundible fondo mineral que forma parte de la paleta aromática de estos fantásticos vinos.
En boca es una delicia por su equilibrio, ligereza y elegancia. Dotado de una fantástica y refrescante acidez marca de la casa, su paso es redondo y etéreo siendo muy profundo en el final que nos deja recuerdos cítricos, minerales y frutales. Queda un mínimo recuerdo del ligero azúcar residual final. Buena persistencia.
Fritz Haag es uno de los grandes, sus vinos son quizá los más elegantes del Mosela y eso se nota incluso en su vino más básico que es un verdadero néctar de frescura y redondez. De esos vinos que te terminas antes que la cena. Perfecto con una ventresca de bonito al horno. Unos 14 euros, un regalo para su calidad.
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