Vuelvo a probar esta maravilla, esta vez presentado en formato de media

Vuelvo a probar esta maravilla, esta vez presentado en formato de media botella. Las sensaciones que me ofrece son las mismas, confirmándome que es el más grande de todos cuantos vinos he catado en mi todavía corta vida de aficionado el vino.

La nariz, potente y compleja, expresiva, lineal, arrasa por su fuerza y plenitud de aromas. Cambia en cada acercamiento. Es un verdadero curso de cata en sí mismo.

La boca no se puede explicar con palabras. Hay que probarlo. Sin parangón en ningún otro vino mundial. Potencia, sutilidad, longitud, persistencia y acidez perfectamente unidas y ensambladas en un vino.

Los grandes vinos deben ser recordados por el momento en que se tomaron. La vez anterior que lo probé fue en la sacristía de Valdespino y esta vez en inmejorable compañía para culminar una gran velada en Salamanca. Momentos ambos inolvidables.
Todo buen aficionado al vino debe probar esta joya al menos una vez en la vida. Porque es una joya universal, debería ser considerado como “patrimonio de la humanidad”. Que así sea.

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