Después de probar este vino extraído directamente de los toneles de 1000

Después de probar este vino extraído directamente de los toneles de 1000 litros donde crece y se desarrolla, servido por esa varita mágica que es la venencia de Eduardo Ojeda, ya poco o muy poco me queda por probar en este fantástico mundo del vino.

De color negro zaíno dejando ribetes caobas. Lágrima densa y marcada.

Nariz intensa, compleja, brutal. Un conjunto de frutas negras confitadas, higos, fruta escarchada, dátiles, vainillas, chocolate negro, caramelo de tofee, café en grano, corteza de naranja, especias y maderas nobles estalla en la pituitaria y te sobrecoge por su complejidad y a la vez por su increíble frescura.

El paso por boca es el más impresionante que he probado hasta el momento en un vino. Por describirlo de alguna forma es como el PX más grande, pero con una acidez descomunal. Es amplio y sabroso, denso y concentrado, con una acidez realmente cautivadora por su integración. El final es eterno y persistente con un ligero dulzor y recuerdos de fruta confitada y cítrica.

Un vino único en el mundo, pero que además es uno de los más grandes sin discusión. Catarlo del mismo lugar donde se desarrolla ha sido un verdadero privilegio que nunca olvidaré.

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