Color muy atractivo, pero lo que enamora inmediatamente es la nariz.

Color muy atractivo, pero lo que enamora inmediatamente es la nariz. ¡Maravilloso! Una cascada de matices de todo tipo, que sacia el olfato (venticuatro horas después de la cata, cerrando los ojos, puedo percibir este Lafite). Muy y muy bueno. Clásico y equilibrado. Elegantísimo. Con aquel punto de dulcedumbre no exenta de carácter. Pero... cuando crees que estás a punto de alcanzar el paraíso, el vino cae en picado. Le falta algo para alcanzar la perfección. ¿Necesita algo más de botella o la cosecha 2001 no puede dar más de sí? La comparación con el Pichon-Baron 2000 que caté hace poco nos muestra como la distancia entre "premièrs" y "deuxièmes" es menor que la distancia entre cosechas. El Pichon era, emho, bastante superior. En cualquier caso, este Lafite quedará en mi memoria y en la de mis compañeros de cata.

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