Muy hecho y disfrutable

Rojo terroso con trazas marrones y ribete teja. Lágrima separada y lenta. Con poco brillo y turbio, de hecho es uno de los vinos con más poso que conozco. Capa alta.
En nariz observamos que el paso de los años ha obrado a su favor ya que todo está muy conjuntado: hay ciruelas, azafrán, canela, café, chocolate amargo, ahumados, caza, sangre y mineralidad. Según lo vamos aireando los aromas se tornan más nítidos.
En boca también se nota su elegancia, su paso fino y aterciopelado y un tanino que todavía resiste. Buena acidez, con un alcohol que casi no es perceptible y con una madera que aunque está ahí, no desentona y le confiere una mayor estructura. Detectamos moras, ciruelas, mucho paluluz que va a más, almendras y avellanas, madera húmeda y mineralidad.
Final largo con un buen abanico y con recuerdos a fruta dulce y terciarios.
Reconozco que año tras año es un vino que me encanta; lo he probado joven y en general es un vino expresivo, y contundente, y también lo he bebido con años, (este tiene once) y es aquí donde evoluciona hacia una paleta misteriosa, compleja y cambiante, con unos aromas y sabores que nos recuerdan a un Burdeos serio.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar